¿Que te ha parecido este sitio?

jueves, 27 de marzo de 2014

Lecciones de Vida



Una de las grandes lecciones que la vida me ha enseñado desde mi niñez hasta hoy, es que nunca debemos confiar en nadie, cualquier persona con la que tengamos algún tipo de convivencia es en realidad un enemigo potencial, muy conocida es aquella historia del padre que desea enseñar a su hijo una lección sobre la desconfianza, así que le pide que se suba a un árbol, una vez que el niño está en una rama de mediana altura, el padre le pide que salte a sus brazos, el pequeño es temeroso, teme fallar en sus cálculos y no saltar lo suficientemente fuerte, teme que el viento pueda desviar su curso y no vaya a caer sobre los brazos de su progenitor, sin embargo al ver la brillante sonrisa de su papá mientras lo espera abajo con los brazos extendidos aquel infante piensa - “que puede salir mal, mi papá está allí para recibirme” – así que el niño salta, con plena confianza en aquel que le dio la vida, salta y mientras viaja por los aires, se siente que puede volar por sobre la cima del mundo, dirige su vista hacia su padre mientras viaja en dirección a él y ve como este en un movimiento al estilo del señor Miyagi se aparta de su trayectoria, un golpe sordo se produce cuando el niño entra en contacto con el suelo, se voltea con una enorme expresión de “¿Por qué? En su adolorido rostro, el padre lanza una mirada de desaprobación y le dice: “¿Cuantas veces te lo he dicho? ¡Nunca confíes en nadie!
Probablemente alguien considerara esto una crueldad contra el infante, pero de una cosa estoy seguro, ¡Si Brainless Morrotostado hubiera tenido un padre así, otra historia contaría sobre este chico, mientras lo observo, sentado, completamente ensimismado en aquel pequeño aparato cuadrado, negro por un lado y fucsia por el otro, a veces pienso que ya para él, ni el manicomio sería suficiente, permanece allí aplastado en una silla, me recuerda a los sapos que pasan horas inmóviles sobre una hoja de lirio en algún estanque, sin embargo aquel anfibio permanece siempre con su barbilla en alto, nunca con la cabeza agachada, jamás cabizbajo, a diferencia de aquel que al verlo siento como si estuviera siendo hipnotizado por un aparato retro iluminado de colores nada masculinos, con esto me doy cuenta que aquella criatura verde y despreciada por quienes no comprenden que su belleza es demasiado abstracta para poder ser apreciada por ojos físicos, es mucho más cercana a ser mi amigo, que aquel otro que se pasa las horas en un estado inerte como si fuese un tardígrado en estado de animación suspendida.
En realidad, si tuviera que poner mi vida en riesgo, y mi salvación tuviera que depender de alguno de los dos, estoy seguro que aquel que ha pasado su vida en el fangoso estanque, alimentándose de moscas y desechos corporales, (y esto porque los he visto alimentándose de eso), tendría más sentido común y una moral mucho mayor, que aquel otro que paso su niñez entera dejando que su formación intelectual dependiera de un dinosaurio morado de dudosa inclinación sexual, cuatro seres que parecían ocupar un cambio de pañal constantemente condenados a llevar un televisor en la panza, y más tardíamente por una niña rebelde que prefiere vagar por lugares bizarros acompañada de un mono calzado con botas, que ir a la escuela y ayudar a sus padres en casa como todo niño normal
Analizando estos asuntos me encontraba aquel caluroso día de verano, para variar, nuevamente estábamos sin energía eléctrica, uno de los grandes placeres de vivir en la nación de mi nacimiento es que cada cierto tiempo, el gobierno decide que para combatir la obesidad que abate al pueblo, es necesario  que cada uno tenga su propio sauna en casa, especialmente en los meses de abril y mayo, así que como a eso de las diez de la mañana en adelante, cortan la energía, asegurándose también que quienes tienen estufas eléctricas en sus casas, puedan ayunar con toda tranquilidad.
En fin, soy un ermitaño que además practica fielmente la misantropía, así que no me interesa el hambre del pueblo ni las altas temperaturas que tengan que sufrir, sonrío, sé que no pensaría así si tuviera que trabajar en una maquila canadiense de noche y no poder dormir durante el día debido al calor insoportable, pero ese no es mi caso, así que mis condolencias a los que lo sufran, pero yo he escogido una vida más dura, atrapado en la jungla oficinistica, tratando de que aquel sujeto que parece haberse fusionado con la silla bajo sus nalgas y con el celular en sus dedos, pueda salir de aquí siendo un poco más humano, o al menos que haya perdido el temor a desempacar aquel objeto virgen que tenía sobre el cuello y que no había tenido otro uso más que para exhibir gorras y sombreros.
A mi mente viene la historia del padre que daba a su hijo una lección sobre desconfianza, una lección de vida, sobre el mundo y la maldad que debe esperar encontrar en su viaje del vivir, dirijo la mirada hacia aquel individuo de pensamiento ausente, un sentimiento paternal brota de mi interior, siento lastima por él, por lo que le espera en la vida, la mayor parte de la fauna se ha retirado a sus casas, pues sin energía no pueden hacer sus actividades diarias, en cuanto a mí, mi deber es permanecer allí por si alguien llega a solicitar información o algo de la empresa, empiezo a aburrirme, así que decido aprovechar este momento a solas para darle una lección cual padre a su hijo de otra especie, hice un gesto con mi cabeza y el empezó a seguirme, nos dirigimos al plantel donde estaba almacenada la materia prima, era casi del tamaño de un campo de futbol pero el suelo no tenía grama, sino grava, nos dirigimos a uno de los montacargas, el me miraba como queriendo preguntarme que hacíamos allí, le pregunte:

-“Hijo, ¿tenés calor?

Me miró fijamente como tratando de descifrar lo que le había dicho.

-“Cuando era niño mi padre me enseño que no se debe confiar en nadie, que todos son enemigos en potencia, y que de nadie debes esperar algo bueno, pero vos me caes bien, veníte conmigo, sabes que entre más alto este uno, más fresco es el aire que sopla, ¿querés probar?

-“¿Cómo compita?”

-“Sentáte en las aspas del montacargas yo te voy a subir para que te refresques un rato.

De inmediato él se sentó sobre una de las aspas mientras una sonrisa desorbitada que era un reflejo de su sobrada irracionalidad se dibujaba en su rostro, y mientras él se agarraba con fuerza del metal del montacargas yo accione la palanca para elevarlo más alto que cualquier hierba que hubiera fumado alguna vez, cuando estaba a una altura que rondaba los cinco metros, apagué el aparato, metí la llave en mi bolsillo me pare frente a él y le dije:

-“¿Qué tal el clima por allá viejo?

-“Tenía razón compita sopla buena brisa”

-“Excelente me alegra que te guste, ya vuelvo quédate ahí refrescándote, mientras yo voy a ir a almorzar que ya casi son las doce”

-“No compita no se vaya primero bájeme de aquí”

-“Lo siento pero se va a llenar la glorieta y no quiero esperar llevo prisa, agárrese bien, y se me olvido decirle que se pusiera la gorra y el sol esta fuerte, ahí disculpe”

-“Compita déjese de bromas conmigo que se me sube el indio” dijo con un tono agitado y molesto

-“No viejo, si el indio ya lo subí yo con el montacargas”

No sé si el pobre habrá aprendido la lección que cariñosamente le estaba enseñando, pero al menos las risas no faltaron, no cuando regresaron algunos por la tarde y se lo encontraron allí sentado, en las alturas como gobernando el mundo, o más bien  jugando a las pistas de Blue creo yo por la forma como ponía sus manos abiertas por sobre sus cejas mientras gritaba toda clase de cosas ininteligibles.
A veces me pregunto si haberle pedido que saltara a mis brazos hubiera sido de alguna forma una mejor manera de ayudarle a que aquella leccion quedara grabada en su mente vacia de forma indeleble, pienso tambien si lo que hice habrá estado bien o mal, pero no recuerdo nunca haberme divertido tanto, ni haber sentido una paz interior tan intensa y duradera, además me siento tranquilo pues lo hice con la mejor de las intenciones, poder enseñarle a este inexperto joven, una de las lecciones más importantes que yo había aprendido en mi vida, una lección que nunca olvidara y lo protegerá el resto de sus días.  

No hay comentarios:

Publicar un comentario