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martes, 18 de marzo de 2014

Fauna laboral lll El intruso

Cuando desperté aquella mañana, pensé ingenuamente que aquel día sería como cualquier otro, nada fuera de la normalidad, ningún indicio de algo que perturbase la rutina diaria que vivo en la jungla en la me veo encerrado, nada más lejos de la realidad. Era como a eso de las novecientas treinta horas, yo con mi equipo de filmación observando las actividades de una de las criaturas más peligrosas del lugar, una especie de serpiente gigante pero muy corta, eso sí, sumamente venenosa, allí estaba rondando el lugar, cerca del árbol donde reposa el “Jefus Maleducatensis Bocherus”, esta criatura espectacular es similar a Jabba el Hutt, de la guerra de las galaxias, pero más peligrosa, así estaba yo completamente absorto en el estudio de esta extraña y obscura bestia, cuando de pronto veo que se alerta por algo, se escucha un sonido semejante a un helicóptero antiguo y destartalado, dirijo mi vista hacia afuera entre los matorrales y las ventanas de la selva oficinistica, y puedo ver lo que parece un automóvil que probó su resistencia en Irak durante el periodo de la guerra contra el terrorismo, de este emana más humo que de todas las chimeneas que se han utilizado en fotografías sobre la contaminación juntas, en realidad echar a andar este vehículo es una ofensa directa contra la capa de ozono. Permanezco inmóvil, observando, del vehículo se baja otra extraña criatura muy parecida a una especie de tortuga que camina en dos patas, al estilo de las tortugas ninja pero sin la parte atlética, imagino que tal vez provenga de un planeta distante donde los seres son deformes, y allí viene con su caminar tambaleante acompañada de lo que parece ser un joven, su rostro aturdido y su mirada desorbitada me permite deducir que este debió ser abducido hace mucho, al mirarlo siento lastima por él, no quiero ni imaginar qué clase de experimentos habrán hecho con este pobre desgraciado. Veo que esta criatura se acerca hasta el lugar donde está la serpiente antes mencionada, su nombre científico es “Lenguaerae Vipera Envidiacientis”, de inmediato empieza a mostrar su lengua bípeda, pero esta criatura alienígena no le muestra ningún temor, pone frente a ella un extraño pergamino y la Lenguaerae se va inmediatamente hasta donde el Jefus Maleducatensis, regresan juntos, empiezo a sospechar que estoy presenciando una transacción de trata de blancas, efectivamente él toma el pergamino de mano de la criatura mientras la serpiente toma de la mano al joven, que destino más cruel para él, ha sido vendido, y en la jungla laboral. Yo permanezco sumido en el asombro por lo que está sucediendo, y mientras continuo observando lo que sucede tanto la Lenguaerae como el Jefus Maleducatensis, clavan su vista sobre mí, se me acercan y yo empiezo a retroceder lentamente pero el Jefus Maleducatensis, por ser un dios puede comunicarse en diferentes lenguas sin importar su especie, así que siento su resoplido caliente y hediondo sobre mí y me dice: “Despreciable humano, este adefesio aquí presente estará haciendo la practica durante este mes, enséñale lo que haces, y asegúrate que no perturbe la paz de mi bosque” Así que el joven se pone detrás de mi como esperando protección, un sentimiento humano brota dentro de mí, una especie de pesar, de hecho al pensar en todo lo que sufrirá mientras permanezca en la jungla laboral y en lo que ha sufrido durante el tiempo que seguramente estuvo prisionero por los extraterrestres, decido hacer a un lado mi credo de ermitaño por excelencia, y reprimo todo lo que puedo mi misantropía, así que lo veo fijamente y le digo: “Mira hijo, te voy a hablar claro como el padre que nunca tuviste, mientras estés aquí vas a tener que respetar dos reglas sencillas, Uno, aquí mando yo, y cualquier cosa que querrás hacer debes preguntarme a mi primero, Dos, no hables con nadie, no toques nada y por muy interesantes que te parezcan las criaturas aquí, no las toques así te vas a evitar más sufrimiento. Me observa un momento como tratando de descifrar lo que le acabo de decir, yo lo veo a los ojos y una extraña sensación recorre mi interior pues sus ojos solo reflejan un fondo vacío, negro y como con telarañas, una curiosidad me atormenta así que le pregunto su nombre. “Brainless Morrotostado, mucho gusto. De algún modo el nombre de este infeliz me da mala espina, sin embargo no quiero tener prejuicios contra el si apenas lo vengo conociendo, solo espero que algo de valiosa prudencia de la cual el ser humano por lo general carece, se haya anidado en su ser, de lo contrario su estancia en esta selva será mucho más dolorosa para mí que para el. Nos dirigimos hacia el área donde paso la mayor parte del día en mi estudio de las criaturas del lugar, y antes que le diga nada, se sienta en mi sacrosanto e intocable escritorio, le lanzo una mirada asesina mientras me aproximo a entrar en modalidad de ataque, sin embargo, el parece inmune a este tipo de cosas, me doy cuenta que a cierta distancia somos observados por una criatura grande y rastrera, imagino que así se debió sentir la princesa Leia al ser acosada por Jabba durante el periodo de su esclavitud en Tatooine,
su lengua bípeda me señala irreverentemente, y logro comprender que no desea que maltrate al muchacho, parece ser que lo quieren intacto para sus fines macabros. Hago como si no me hubiera dado cuenta de que estaba siendo vigilado y le indico al pequeño infeliz que vaya a traer una silla que está al otro lado de mi área de trabajo, él se mueve rápidamente y regresa, entonces se sienta frente a mí y me observa con un rostro al estilo Bob Esponja, le lanzo una mirada intimidante, mas no funciona, y me dice. “Oiga señor, en esta computadora se puede chatear”, lo veo con ojos de una desaprobación tan grande como la que me lanzaba mi madre cuando regresaba de la escuela con la camisa blanca tornada en un color naranja opaco similar al de Júpiter. “Aquí se viene a trabajar no a chatear con tus amiguitos, ni a hacer cualquier otra estupidez seca cerebros de esas en las que se ocupan ustedes los estudiantes”. De algún modo creí que con eso controlaría su evidente irracionalidad, sin embargo lo peor estaba por venir, no lo sospechaba yo, de hecho jamás hubiera imaginado el sufrimiento que la presencia de aquel despojo humano me ocasionaría, parecía inquieto como si deseara hacer algo, de pronto mis oídos empezaron a ser atormentados por aquel aberrante sonido. La peor de las canciones del momento una que decía algo así como “dímelo dímelo dímelo” empezó a sonar mientras su aparato celular vibraba, lo acercó a su oído y dijo: “Hola amigui como estas” – AAAAAHHHHHHHH AHHHHHHHHHHHHH – ahora si la bestia que vive en mi interior estaba a punto de salir y destruirlo, de hecho en ese momento me veía a mí mismo haciéndolo añicos destrozando su cuerpo hueso por hueso. “Cuelga ese teléfono, no estas autorizado a recibir llamadas aquí, además, ¿qué rayos es eso de –amigui-? ¿quieres que te golpee o qué? Cabizbajo y triste se despide del desecho humano que estaba llamándole, no me respondió, sabía que muy cerca estaba de saber que se siente que un teclado de computadora de los viejos, de los que se usaban en 1998, pesados como si fueran de acero, se impactara con fuerza sobre su rostro. Suspire fuerte y libremente tratando de dar una mayor dosis de oxígeno a mi cerebro, supe que este mes que se avecinaba, sería el más largo y terrible de toda mi vida, una vez más se pondría a prueba toda mi capacidad psicológica, solo espero que en esta ocasión también pueda resistir y no vaya yo a perder la cordura y llegar a ser como los irracionales con los que me toca convivir.

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