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lunes, 28 de abril de 2014

Conductas incomprensibles

En el mundo, hay cosas que se atraen unas con otras, un claro ejemplo de ello, son los imanes y el metal, los resultados de esta atracción, han dado como resultado, grandes inventos, sobre todo en lo que a generación de energía, respecta, sin embargo, hay otros tipos de atracción que resultan más bien contraproducentes, desde todo punto de vista.
“La atracción que sienten los perros, por las llantas de los coches”, ¿qué pasa con estos animales?, no bien has aparcado el vehículo en casa de tu amigo, o de tu primo o de quien se te haya ocurrido visitar, y ya ves a aquel cuadrúpedo infeliz, que parece haber leído un libro sobre meadologia, estudiando tu auto buscando el mejor ángulo para manchar tanto tu llanta como tus rines, lo más interesante de esto, es que he llegado a descubrir, que no son los perros lo que sienten atracción por orinarse en las llantas de los coches, es que las llantas tientan a todo ser viviente a hacerlo sobre ellas. No es primera vez que al ir por la carretera, el conductor del vehículo o algún pasajero, sufre de incontinencia en la vejiga, eso sí debe ser específicamente varón, y se baja del vehículo aparcado a la orilla del camino con las luces de emergencia parpadeando, y el observa el panorama, un arroyuelo cruza cerca de allí, un árbol frente a él, una gran roca que está acompañando al árbol, y por alguna extraña razón, el sujeto decide darse la vuelta, apuntar contra la llanta y esparcir su intoxicado liquido sobre ella.
¿Qué pasa aquí?, desde tiempos inmemoriales, el árbol ha sido señal evidente de “aquí puedes hacer tus necesidades”, de hecho de allí se origina aquella expresión famosa, dicha por aquel filosofo reconocido mundialmente, “voy a miarbolito”, mas ahora el ser humano se está volviendo a conductas que están fuera de lo normal, es como si la llantas fueran el imán y nosotros el metal, y cabe destacar que los imanes generalmente solo atraen el hierro y visto desde este punto, los neumáticos del coche resultarían ser una especie de súper imán, capaz de atraer diferentes tipos de criaturas a sí.
Por más que lo piense creo que nunca lograre resolver este misterio, comprender esta conducta del ser humano es como tratar de entender, porque cuando se nos hace una pregunta de una sola y sencilla respuesta, nos volcamos a dar información privada que no nos han solicitado y poco se relaciona con el tema en cuestión, tomemos el ejemplo de una pulpería.
Buen día, ¿qué vale el refresco de tres litros?”
“Disculpe, pero no están bien heladas, pues vinieron hasta ahorita, cuando debían venir ayer, la verdad es que la gente de los camiones es bien irresponsable”
“No se preocupe, solo necesito saber cuánto vale”
“Si quiere puede comprar hielo en la casa de al frente ellos venden hielo, eso si que no le puedo asegurar que tan higiénicos sean, pero ahorita le traigo el refresco, y si necesita vasos yo se los vendo también”.
“No gracias solo necesito saber cuánto cuesta el refresco”.
“Ah está bien, ¿de cuál quiere saber cuánto cuesta?”.
“Por favor, le dije que el de tres litros”
“Vaya pues pero relájese, no venga aquí a descargar su frustración”.
Y este es solo uno de los casos, veamos ahora una parte casi contradictoria, y esto es cuando el cliente es el que llega dando información que ni es necesaria ni interesante, pero este sujeto que parece haber sido atormentado por algún ingeniero social, va por el mundo dando detalles de sus situaciones que en realidad poco interesan.
Buen día, ¿cuánto cuestan las recargas?”
“Depende de a como la quiera”
“Bueno lo que en realidad necesito es que me alquile el teléfono, si se puede”
“Si está bien, dígame a que numero desea llamar”
“Es al número de mi hermana, que ella anda ahorita comprándole unas medicinas a mi abuela, que está padeciendo de síndrome de reye, y como yo deje mi celular, ella me lo agarro”
“Si muy lamentable, dícteme el numero para llamar”
“Ok es el treinta y dos veintinueve, ¡no! Espere, ese no es, es el treinta y cinco sesenta veintitrés, no no me acuerdo, es que viera que problema tengo, estoy perdiendo la memoria, me recetaron que tomara una centrum para ver si con eso mejoraba mi concentración, vamos a ver.
“Si bueno pero si no me da el número, no voy a poder hacer la llamada”
“Ah ya se, es que ese número que trato de recordar es el de ella, pero ya me acorde que ella anda el mío, a ese la voy a llamar, es el treinta y dos treinta y dos veinte veinte”
“Permítame un momento, ... ... no, suena apagado, de un solo sale la contestadora”
“Ay si es cierto que el teléfono tiene malo el cargador y por eso también veníamos, a comprar un cargador nuevo”.
Y luego la gente se pregunta porque golpearon al pobre muchacho, si no se metía con nadie, una vez que esto acabe, el dueño del negocio necesitara terapia intensiva de control de ira, y solo espero que no esté Jack Nicholson, probando nuevos métodos terapéuticos, como los que probo en Adam Sandler.
La humanidad, toma conductas extrañas conforme se acerca a su vejez, de hecho bien pudiéramos considerar al ser humano como ese imán que atrae todo tipo de manías ridículas, que lo entorpecen y lo hacen vivir miserable, como aquella llanta maltrecha y abusada, que ya esta tan trastornada la pobre, que cree que está bien atraer a los demás seres, para que viertan sobre ella sus inmundicias.
Solo me pregunto yo, que clase de inmundicia será vertida en el futuro, sobre la lamentable humanidad, medito en estas cosas deseando ignorar las respuestas, pues son de esas respuestas que nos recuerdan al perro de la casa de nuestro amigo, que ni bien nos hemos bajado del carro, y ya nos ha marcado para toda la vida como imanes de la desgracia.





lunes, 21 de abril de 2014

Un castigo excesivamente merecido

Un ermitaño por excelencia es ante todo un defensor de la justicia y el derecho, un ser que por sobre todas las cosas, no puede dejar sin excesivo castigo a todo aquel que se atreva a quebrantar la paz del lugar en el cual habita, y en la selva oficinista, no deja de haber siempre alguien que no sea merecedor de que se le de tormento.
Una neblina espesa, reposaba sobre la selva aquella mañana, al entrar se percibía un ambiente hostil, los pasos se escuchaban sobre la arena, era demasiado silencioso para ser un día normal en la oficina, pude ver a un grupo de criaturas que balbuceaban entre sí con expresiones soeces, algunos escarbando en el suelo como toros enfurecidos, otros tirando de su pelaje mientras les escurría la baba por las mejillas, sumamente rabiosos.
Al ver aquello, con gran prontitud, saque mi cámara y empecé a filmar, y desde allí, observaba como Brainless Morrotostado, se aproximaba a ellos imprudentemente, por un momento pensé que se abalanzarían sobre el como una parvada de buitres sobre la carroña, más cuando pasaron dos minutos y el seguía en pie, me di cuenta que estas criaturas estaba enfurecidas por algo en específico y no era una simple ira irracional que los llevaría a destrozar al primer desgraciado que se les cruzara en frente.
Me aproxime hasta el lugar de reunión de aquellas criaturas y me di cuenta que estaban observando varias botellas de refresco medio vacías, y digo medio vacías porque si estuvieran medio llenas no estarían tan furiosos, pero su percepción de las cosas los llevaba a centrarse en la parte faltante de sus envases, todos ellos rodeaban un pequeño refrigerador comunal, en el que cualquiera, podía guardar algunos víveres que deseara comer más tarde, sin embargo, un crimen se había cometido, y aquellas criaturas no estarían contentas hasta ver que se hiciera justicia.
Vi que uno de ellos, del genero de los “Buchincherae Sindicalistum Vulgaris”, tomo la palabra en aquella reunión.
-“Colegas, es evidente, que hay una rata entre nosotros, y no porque sea un soplón o un sapo, sino porque es un infeliz que se come las cosas que guardamos en el refrigerador, y esto debe acabarse ya”.-
Con eso todas las criaturas empezaron a vociferar maldiciones sobre el ladrón de comida, su pobre madre, su difunta abuelita, y demás familiares, la conmoción causada fue tan grande que pronto el “Jefus Maleducatensis Bocherus”, llego hasta el lugar para dispersar a la multitud tumultuosa, antes de que aquello llegara a oídos del “Pedantosaurus Empresarialis Furicundus”, pues temía que lo volviera a utilizar como trapeador en la yarda de grava.
Poco a poco aquellas criaturas se fueron retirando del lugar no sin antes ver hacia atrás con esos ojos negros y vacíos llenos de odio contra aquel que se había comido las semitas que pensaban cenar la noche anterior, no es que les doliera el hambre que habían pasado, sino más bien el hecho de que aquel degenerado había mordido cada uno de los panes en cuestión y había dejado babeado el resto, no es que les enfureciera que se hubiera bebido el refresco que alguien había guardado para más tarde, era que les encendía el odio el ver las pequeñas burbujas de saliva que brotaban de la botella ultrajada.
Al ver semejantes atrocidades no tuve otra opción que planear y ejecutar un castigo tal, que aquel profano ladrón, quedaría curado para el resto de su vida, ahora el único problema era que para impartir tal justa sanción, había que estar seguro de estar castigando al indicado, por lo cual le di a mi compañero Brainless Morrotostado, la tarea de depositar en una botella de refresco, todas las sobras que habían quedado en los envases usados luego del almuerzo, al tener aproximadamente la mitad de la botella, llena, me di cuenta que no hay justicia sin sacrificio por parte del verdugo, algunos han sacrificado su cordura, principalmente aquellos que se dedicaban a cortar las cabezas de los condenados en el siglo pasado, en mi caso debí sacrificar la mitad del refresco que estaba tomándome, sin embargo, al pensar en lo satisfactorio que es el hacer justicia, me di cuenta que yo no miraba mi botella medio vacía, sino medio llena.
Vacié la mitad de mi refresco en aquel asqueroso brebaje que mi aprendiz había preparado, y al verlo a trasluz se observaba idéntico a un refresco normal, uno de los “Trabajadorus Compulsivus Incansabilis”, permaneció junto con nosotros observando cada detalle, seguramente habría oído de mis métodos poco ortodoxos, pero aquel día, podría presenciar y en primera fila, como se hace justicia al mas puro estilo ermitaño.
Una vez que el bote, lleno de aquella porquería, estaba irreconocible, solo faltaba el toque final, y ordene al joven practicante, que escribiera un pequeño rotulo, el cual nuestro criminal encontraría irresistible, “NO TOCAR”, lo pegamos con algo de cinta adhesiva, lo pusimos a refrigerar, con la chapa colocada como si fuera de la embotelladora misma, luego nos sentamos a esperar, vi a Brainless, y le dije: “Así se siente pescar, ahora contrólate y no te vayas a empezar a reir antes de tiempo o te doy de beber eso con un embudo”.
El chico asintió con la cabeza mientras el otro sujeto que estaba allí cerca sonreía, estaba emocionado, había decidido quedarse a ver el show, y estaban presentando “El credo del ermitaño”, luego de unos veinte minutos mientras nos hacíamos los “mables”, apareció un sujeto atolondrado, sacudiéndose el sudor impunemente sobre nosotros, lo veíamos con desagrado, tomo un pan que había sobre la mesa diciendo: “Ve, se me había olvidado que traje este pan”, le dio un par de mordiscos y lo puso sobre la mesa nuevamente, nosotros continuamos observándolo silenciosamente conteniendo la risa, el anzuelo estaba tirado, y era solo cuestión de tiempo para que lo mordiera, veía a Brainless con su sonrisa de idiota disimulada, cruzando los dedos para que aquel se dirigiera al refrigerador.
No se hizo esperar más y con presteza, abrió la puerta, vio el refresco con el tentador rotulo, lo tomo y entonces le interrumpí diciendo:
- “Hey compa, ¿Por qué agarra ese fresco, es suyo acaso?”.
- “Ve, y vos que sabes, si lo estoy agarrando es porque es mío, yo le puse este rotulo porque ya sé cómo son ustedes de hartones, que todo lo que ven mal parqueado se lo tragan”
Los ojos de Morrotostado brillaron en el preciso momento en que aquel sujeto aun hablando, destapo la botella y se la llevo a la boca, dio un sorbo, y vimos cómo sus cuencas oculares se llenaron de lágrimas como si fueran un mar al estilo Lady Oscar, su rostro entonces entro en un estado de sopor, mientras sus mejillas no sabían cómo reaccionar, imagino que vio toda su vida en un instante mientras pensaba, que si devolvía aquel trago, habría dado a conocer que era él, el gorrón de la planta, y daría pie a que nos burláramos descaradamente de él, pero su orgullo era tan grande como su estómago, y vimos con asco, como se pasaba aquel trago más amargo que la bilis de un bacalao, luego acercándose al basurero, tiro la botella mientras decía: “Pucha me vendieron malo ese fresco”.
Fue entonces cuando vi a Morrotostado hacer la cosa más brillante que podría hacer un cerebro recien estrenado como él, y levantándose de su silla se acerco nuestro criminal, mientras le daba unas palmaditas en el hombro y le decía:
-“Si compita, a veces venden unos frescos que vienen bien feos”
No sé si fue aquel sarcasmo virgen lo que me hizo salir de mis cabales y tirarme al suelo riendo como una hiena bajo el efecto de narcóticos, o si fue la mirada de desprecio lanzada por el gorrón castigado, al joven purgador, pero ya la situación era incontrolable, veía cerca de mí al “Trabajadorus Compulsivus” disfrutando tanto como nosotros del castigar a un pecador.
La felicidad me embargaba, se había hecho justicia al estilo ermitaño, y aquello era lo mejor que me había pasado, además veía como poco a poco, la inteligencia de aquel practicante iba despertando, al fin el mundo era un lugar mejor.
En la caseta de descanso se escuchan historias, sobre cierto sujeto al que le llaman “Abusivus Tragapuercadum” historias sobre como falto al trabajo una semana entera luego de aquello, y de cómo la justicia en este caso no fue ciega, pues ciertamente estuvo allí para ver como purgaba sus culpas y junto con ellas su estómago luego de ingerir aquel castigo excesivamente merecido.
Todavia hoy circulan cuentos del mas alla, de los alaridos que se escuchaban cerca de los sanitarios, de como en las noches de luna llena todavia se oyen voces cerca de su casa, voces que maldicen a una botella de refresco, a un practicante y a un oficinista ermitaño, voces que se prometen a si mismas, jamas volver a tocarles nada a esos desgraciados.

martes, 15 de abril de 2014

Grandes cuestiones de la vida


Hay preguntas en este mundo que son tan antiguas, como la vida misma, algunas son preguntas espirituales, otras son filosóficas, otras son simplemente tan misteriosas, que en todos los milenios de la existencia del hombre, aun nos las seguimos haciendo, y por más que nos esforcemos, no encontramos una respuesta satisfactoria, hay una pregunta que ha surcado cada mente masculina en este mundo incomprensible, “¿Y ahora porque estará enojada esta mujer?”, las circunstancias en que se ha formulado esta pregunta, son tan variables, que hay infinitas posibilidades de que esto ocurra.
Tomemos el ejemplo de aquel idilio famoso entre Cleopatra y Marco Antonio, ya imagino yo a este hombre, llegando de la guerra, cansado del combate, con heridas en el cuerpo, y está la reina de Egipto, esperándole con cara seria y haciéndose la indiferente al dolor del pobre conquistador.
Amor mío. Cleopatra, musa divina, encarnación de afrodita, hoy vengo ante vos, para informaros, que he conquistado tres reinos más, Chipre, Fenicia y Creta, y los tres os los ofrezco como regalo por tu belleza, amada mía”.
“Y creéis vos que con esos puebluchos pobres y llenos de mendigos, vais a venir a mí y a ponerlos por excusa para venir media hora más tarde de lo que debiereis”.
Con eso se gira, con la nariz en alto y los ojos viendo por sobre el hombro
“¡Oh! Regia consorte mía, reina de las regiones más bellas de mí querida Grecia, si me he tardado, ha sido culpa del caballo, que no se ha sujetado bien las herraduras, y ha venido despacio todo el camino, pero mirad, traigo para vos oro, y gemas preciosas que he arrebatado de los cuellos de indefensas mujeres en las ciudades que hemos barrido, todo esto para complaceros mi señora”.
“No me vengáis con baratijas, ni cuentos de la recién descubierta china”
Yo solo puedo imaginar como el interior del pobre Marco Antonio, se agita, se revuelve como cuándo los jugos gástricos irritan la ulcera estomacal, en su pecho seguramente se encontrara atrapada aquella pregunta que desde tiempos inmemoriales a afligido el hígado de cada hombre “¿Y aquí que pasó, porque estará enojada?”.
El anterior es ciertamente un tema puesto sobre arenas movedizas en el que cualquiera que osara a profundizar mucho quedara hasta el cuello más pronto de lo que cree, bajo la mirada acusadora y más aguda que la espada del augurio de su descontenta pareja, y en este momento vendrá a su mente otra pregunta carente de respuesta, “¿Y yo que hice?
Este es solo un ejemplo de las grandes cuestiones de la vida que para el hombre son tan desconocidas como el universo mismo, sin embargo, hay también obras de la creación que son igualmente incomprensibles para el hombre, refiriéndonos específicamente al sexo masculino, estamos hablando de la ropa de mujer.
Muy común es que el hombre al ir a la tienda acompañando a su esposa o novia, o simplemente acompañando a una amiga con la sana intención de verla probándose la ropa con la excusa de que le quiere dar una opinión seria sobre cómo le queda lo que se está probando, se quede perplejo y más aturdido que un jugador de baseball luego de que le hayan dado con la pelota en la cabeza, ella le ha pedido que le busque una falda, así que el empieza a ver entre todos aquellos extraños trozos de tela y se siente como un niño que apenas ha aprendido a leer y decide estudiar los dos tomos originales del “Quijote de la Mancha”, escrito en un castellano antiguo, con términos caídos en desuso, y aquel pequeño termina hablando francés cuando acaba de leer aquello, al final no ha entendido ni jota, igual queda aquel buscando la falda y extrañamente encuentra una que le gusta en la sección de blusas, “será algún error de las dependientas” piensa.
Se acerca a su acompañante, se la muestra, y ella con una sonrisa burlona le dice: “Ay que bruto eres, esto es una blusa tubo”, ¿Qué rayos es una blusa tubo?, así que agacha la cabeza, cual perro regañado por su ama, con la cola entre las patas y retrocede lentamente, entonces la escuchamos gritar de emoción cuando dice: “Ay que bella esa blusa, pero estas han de ser caras”, y la ve sujetando un pedazo de tela con un extraño parecido a una camiseta vieja, con el cuello tan ancho que bien se podría poner a un elefante a saltar por él, como si fuera un tigre saltando por el aro de fuego, sin embargo, dar esta opinión podría resultar en  muerte, por lo que solo dice “Oh de veras se ha de ver linda ya puesta, bueno porque a ti todo se te ve lindo”,  ella se le queda viendo ahora con una mirada interrogativa y dice: “Me parece que no te gusta, me queda fea ¿verdad”, ahora haciendo un gesto como si todo está bien él dice: ”No no, te debe quedar bien pero si quieres estar segura será mejor que te la pruebes”.
Y esa historia se repite durante las siguientes tres horas, de hecho, me atrevería a decir que se ha probado la mitad de la tienda, se ha enamorado tantas veces que empezamos a sentirnos traicionados, al verla fundirse en abrazos con tantas prendas de vestir y llamarle con expresiones cariñosas que nunca las hemos escuchado para referirse a nosotros, cuando ya el cansancio, la alergia y la comezón en los ojos están por acabar con nosotros por tanto tamo respirado, ella dice: “Vámonos mejor, tal vez en la otra tienda haya algo más bonito”, eso hiere un poco nuestra sensibilidad, pues tanto tiempo valioso utilizado en probarse ropa que no pensabas comprar no es nada practico, en fin no decimos nada para no ser golpeados con los brazos de un maniquí cercano.
Sin embargo una vez que hemos salido, decidimos que es buena hora para que nuestros pulmones logren expulsar algo del tamo ingerido, y tratando de tomar su mano románticamente, le decimos: “Venga, le invito a un café granita”, ella hace un movimiento brusco para que no le toquemos ni el más mínimo vello de su piel, y es entonces cuando nos volvemos cual gurú oriental, buscadores de conocimiento prohibido.
-“¿Que pasa linda?, ¿estas enojada?”-
Ella nos responde con un silencio y un gesto de “a mí no me hables”, es entonces cuando junto con un suspiro profundo y una sensación dolorosa en el interior del pecho, viene a nuestra mente aquella pregunta que desde tiempos inmemoriales nos ha aquejado como seres pensantes, aquella pregunta que dentro de los próximos milenios, seguirá siendo un misterio.
-“¿Pero porque estara enojada ahora?.

viernes, 11 de abril de 2014

Nos hacemos viejos II



Las marcas de la vejez son, como las marcas de deterioro en tu faja favorita, imperceptibles para su dueño, el cariño que sentimos hacia aquella compañera diaria, hace que se vean disminuidas sus imperfecciones, sin embargo, cuando le mostramos está, a algún amigo para presumirla, nos damos cuenta que el solamente ve una vieja pieza de cuero aguada, estirada irregularmente, pelada, sucia y maloliente por el sudor de años de uso acumulada en ella.
Esto es así también con la vejez, nos vemos al espejo y tratamos de fingir que aún nos vemos jóvenes, cuando el caso es que somos como aquella vieja faja, o más bien como aquel par de tenis de la suerte que hemos usado durante los últimos diez años, que para nosotros aún se ven como nuevos, aunque los demás vean claramente lo manchados, rotos y desparramados que están.
Veía a algunos de mis viejos amigos, y percibo en ellos una fortaleza de espíritu tanto o más intensa que cuando éramos jóvenes estudiantes, un sentido del humor implacable, sin embargo, veo en sus rostros también el desmerecido trato que la vida les ha dado, a algunos de ellos los ha tratado, cual papel aluminio, que luego de darle el uso que deseó, procedió a arrugarlos haciendo de ellos una bola deforme y maltrecha de cansancio, dolamas y alergias, a otros los ha tratado como a aquel viejo balón de futbol que al inflarlo, ya no conserva su forma original sino que con tanto golpe y chichote que se ha hecho, termina pareciendo más bien inflado por una obesidad que no define como debiera ser su forma corporal, lo más interesante con ellos es al invitarlos a participar en alguna actividad deportiva.
Allí estamos, a la orilla de la playa, recordando como en nuestros tiempos de mocedad solíamos correr detrás del balón, tal vez irracionalmente, tal vez como si supiéramos en qué consistía la ciencia de correr detrás de una pelota, y allá echamos a correr, haciendo un esfuerzo mayor al que nuestros cuerpos pueden resistir, nuestros cerebros nos dicen “puedes hacerlo, ya está viejo, no es el mismo de antes”, en ese mismo instante, nuestro corazón y el bazo, empiezan a contradecir al cerebro “viejo mejor párate, ya no puedo más, duelo, duelo mucho”, dice el bazo, y el corazón “huy ya no puedo, me reviento, párate que nos morimos todos, no le hagas caso al cerebro que el exceso de colesterol ya no lo deja pensar”.
Entonces nos detenemos, casi con los pulmones saliéndonos por la boca, sumamente exhaustos, caemos de rodillas, mientras vemos a nuestro compañero competidor, en posición de rezo, como pidiendo perdón por sus pecados en la ultima hora de su vida, y vemos la línea de meta a tres metros detrás de nosotros, él nos ve sonriente aunque parece desorbitado y sin aliento apenas un paso detrás de nosotros y dice: -“Pucha viejo no fregués, si ya no vales nada, ya estas ahogándote, ni corriste nada” -. El mismo está en condición igual a la nuestra, pero ahí está haciéndose el fuerte, su cerebro lo ha convencido de que de alguna manera él era capaz de hacer más pero su cuerpo no lo resiste más.
En estos casos cualquiera de nosotros reiría y lo vería con ojos de lastima y una sensación de gloria pues al menos nuestro sistema circulatorio nos dejó avanzar un paso más que el sin morir de un infarto, pero también caemos a cuenta que efectivamente somos dignos de lastima al ver lo que diez años han hecho con nuestros cuerpos.
Otra de las particularidades del que va cayendo bajo los efectos de la vejez, es el hecho de que no deja de considerarse a sí mismo un conquistador, de hecho es común ver a esta clase de sujetos por la calle, sonriendo a cualquier mujer que se les cruce por el camino, de hecho en más de una ocasión, he tenido la idea de tomar una videocámara, ir delante de él filmando su ritual de macho alfa, grabar como va sonriendo y saludando a toda chica que por la calle, y luego venderle el video a alguna compañía fabricante de pasta dental, para que hagan un contraste de como el hombre es ignorado al mostrar sus amarillos dientes.
En fin, lo más divertido de esto es ver como las chicas por lo general, no se sonríen con él, sino que les hace gracia la forma en que su grasa abdominal rebota con cada paso y de forma que pareciera hacerlo en cámara lenta.
Pocas cosas disfruto tanto como el observar estas conductas del ser humano, al atardecer en las playas de mi ciudad, pocas cosas son tan fascinantes como el ver el proceso evolutivo que con los años transforma a mis amigos de la infancia en algo más o menos lastimero, pero que de igual manera no cambiaría por nada.
Es un hecho envejecemos, y lo hacemos tanto o más rápido que un par de zapatos viejos llenos de hongos, pero aunque por fuera nos veamos maltrechos, desmejorados y en algunos casos, más feos que un gorila albino, no debemos dudar nunca que en nuestro interior la juventud permanece y nunca nos desprenderemos de ella, no mientras nos siga haciendo poner en riesgo nuestra vida, disfrutando de la adrenalina que produce recorrer los cinco metros libres con algún gran amigo de nuestra infancia.

martes, 8 de abril de 2014

Fauna laboral VI Un dios de la selva oficinistica



En el estudio de las criaturas de la selva oficinistica, nos damos cuenta de lo ingrata e inverosímil que es la vida, y es que lo único que puedes esperar en este lugar, es que ocurra lo inesperado, eso sí, cualquier cosa por inesperada que sea, no será en ningún momento para beneficio del estudioso, sino más bien para su sufrimiento, de hecho tanto es el sufrir que nos ha tocado vivir a mi compañero Morrotostado y a mí, que ya empezamos a sentirnos, como los mártires de la edad media, quemados, apaleados, ya no podíamos sentir más el afán improductivo de laborar bajo el mandato de un ser como el “Jefus Maleducatensis Bocherus”.
El día era sumamente caluroso, rondaba tal vez los 45°C, resulta que el encargado de hacer los inventarios en el plantel, luego de años de explotación, de trabajar bajo el sol sin descanso cual lagartija del desierto soasada, al más puro estilo de rango el camaleón del desierto, ha sufrido el desprendimiento de las retinas y ahora enfrenta un periodo de incapacidad, que si bien se disfruta el descansar en casa luego de años de no conocer lo que significa un día feriado o un domingo completamente descansado, es un duro precio el tener que pagar con tus ojos por dos meses de reposo, en fin, imagino que algo se debe disfrutar al estar en cama bajo el abanico en este momento, aun cuando al dirigir la vista al ya antes mencionado ventilador, lo confundas con tu esposa y empieces a platicarle tus inquietudes, solo para sentirle molesto por que ella te ignora y no te contesta, únicamente mueve su cabeza de izquierda a derecha.
Pasando ya del tema de la trágica ceguera del individuo en mención, resulta que a falta de su agudizado sentido de visión para ver los números de lotes y etiquetas en aquellas cajas fluorescentes que parecen relumbrar con el sol como el aro alrededor de un eclipse, nos ha tocado a nosotros la tarea de poner nuestras retinas en este lento proceso de cocción, de algún modo el cerebro de mi compañero Brainless, pareciera haber despertado, y al menos en algunos aspectos básicos ha dejado de ser un inútil, imagino que así debieron sentirse sus padres cuando luego de diecisiete años de entrenamiento, al fin pudo ir al baño él solito sin dejar marcas de su presencia en la taza y en las toallas para secarse las manos, y es que para alguien como él es difícil comprender que esta, no es un sustituto del papel higiénico, es de comprender que su aprendizaje ha sido lento, como el andar de una babosa,  de hecho aún lo escucho a veces recitando un extraño poema sobre las orejas del conejito cuando se amarra los zapatos, imagino yo de tanto coscorrón que ha recibido hasta con martillos por la forma de las marcas en su cabeza, de alguna manera tenía que reaccionar.
Pues bien, allí estábamos nosotros bajo el crudo sol del verano, el viento reseco levantando remolinos de polvo que se introducían luego en nuestras narices, veía a mi ensimismado compañero, admirando detenidamente como el sol se reflejaba sobre las enormes cajas de materiales, no sé si intentaba ver cuánto tiempo duraban sus ojos en aquella posición sin reventarse por el fulgor, o si su cerebro estaba tratando de descifrar, porque luego de ver por tanto tiempo aquellos reflejos, al cerrar los ojos veía manchas moradas que luego se posaban sobre los rostros de los otros seres que volteaba a ver, y que le recordaban mucho a las manchas que quedaban en su campo visual luego de estar viendo fijamente cuando alguien soldaba en hierro, en fin yo sabía lo dañino que era aquello para la vista, por lo que me puse unos lentes para sol, y empecé con el conteo, debíamos acabar el inventario pronto pues recibiríamos la visita de un ser desconocido, pero que al solo mencionar su nombre los seres de aquella jungla palidecían, metían la cola entre las patas y chillaban, luego de escuchar algunos comentarios sobre sus hábitos diarios, pude definir que se trataba de un miembro de la familia de los “Pedantópodos”, esta es una especie de criaturas muy extraña, de hecho desde mi encuentro con la “Pedanterea Chinchetorum Amargativa”, no había vuelto a tener encuentros con otros seres de esa especie, sin embargo eran notorias y abundantes las historias que corrían en la jungla de seres que habían sido abochornados de manera especial por este ser, algunos incluso, se atrevían a colocarlo en la categoría de los dioses de la jungla, y algunos otros hasta lo consideraban el ser supremo.
Yo tenía gran curiosidad de conocer aquella mítica criatura, la expectación era evidente en todos, ya que durante toda la mañana el “Jefus Maleducatensis Bocherus”, había andado rondando por toda la jungla arriando a los “Trabajadorus Compulsivus Incansabilis”, mientras las “Vejestorium Chismorrae”, tanto machos como hembras andaban en busca de cualquier cosa de interés para poder ganarse el favor de aquel dios selvático, veía también como se arrastraba frenéticamente la Lenguaerae Vipera Envidiacientis, buscando a alguien a quien ofrecer como sacrificio a aquel monstruo que se haría presente aquel día.
Pasaron las horas y mis ojos ardían, mas era eficiente en mis cometidos, y el inventario estaba listo, incluyendo el hecho de que me toco hacer la parte de Morrotostado, ya que este luego de un momento  de conteo estaba sufriendo fuertes dolores de cabeza y un ardor profundo en los ojos, por estar mirando fijamente a los resplandores solares del mediodía, pensé en recomendarle un ungüento a base de pimienta, vinagre y sal, para que se refrescara, sin embargo, ya suficiente daño había hecho el astro rey junto con la ignorancia en los globos oculares del trastornado infeliz, así que preferí dejarlo en paz, disfrutando su sufrimiento.
Con eso llego un vehículo de esos que hacen babear a los ignorantes, algo que era lujo sobre mas lujo, y allí se bajaba aquel ser, haciendo ostento de su poder adquisitivo y posición social en la jungla, una criatura más bien pequeña y anormal, con la cabeza calva y por el color de su piel parecía ser una especie albina, de hecho creo que nunca antes había hecho contacto con la luz solar, solo al bajarse supe que dominaba el lenguaje de los dioses, y hablaba en un dialecto extraño e incomprensible, de inmediato, el “Jefus Maleducatensis Bocherus”, empezó a inclinarse, rostro a tierra frente  a aquella criatura despigmentada.
Cerca de la entrada, un “Trabajadorus Compulsivus Incansabilis”, se apresuraba a limpiar la alfombra, para que aquella deidad con patas como de geco, no posara sus brillantes dedos en la vulgar arena, pero lo único que logro fue que aquel lo usara como alfombra y caminara por su espalda y sacudiera el polvo de sus pies en la cabeza del arrastrado.
Algo que me llamo la atención sobremanera es que había una criatura nueva en la oficina, una que pertenecía al género “Chambrosis Bovinus Babosilentus”, y esta, por estar ocupada en asuntos particulares y muy privados de otras personas, o criaturas, las cuales no le habían participado sino que de ella había nacido el estar averiguando cosas que no le querían contar, y por estar en esto, no se daba cuenta de lo que se avecinaba aquel día, yo me escabullí dentro de la recepción para poder llevar a cabo un estudio, de las conductas sociales de estos dos seres, todavía no había logrado determinar que animal era exactamente aquel que nos visitaba, pero al ver como se llevaba con el pecho a toda criatura que se atravesara en su camino, logre confirmar que efectivamente era un pedantopodo, solamente necesitaba verlo en acción para averiguar su especie exacta.
En lo que el entro en la oficina, y se acercó a la nueva recepcionista, la “Chambrosis”, yo saque mi cámara y de inmediato me puse a filmar la escena, ella se levanta de su silla, tomándolo por cliente, le dice:
-          “Espere un momento, es hora de almuerzo, cuando termine lo atiendo” –
-          “Acaso tú no sabes quién soy yo, a mi tu no me dices que espere, regresa  a tu puesto ya mismo” -
-          “Bah señor es mi hora de almuerzo, es mi derecho el que me quiere quitar, espere como todos los clientes”
-          “¿Clientes? Discúlpame, pero yo soy el segundo al mando después del dueño en esta empresa, ¿Qué te pasa? ¿Si no quieres trabajar dilo que aquí sobra quien quiera estar en tu puesto?
-          “¡No! Yo no le estoy diciendo que no quiero trabajar –mientras le temblaban los labios-solamente le digo que iba ya a terminar de comer rapidito, pero si necesita que me quede ahorita, no hay problema, lo siento”.
Con eso aquel ser empezó a gritar con toda su fuerza:
-          Jefus Maleducatensis Bocherus”, ven aca ahorita”.
Casi a la velocidad del rayo, aquel entro en la oficina, con un sudor recorriéndole el cuerpo, más frio que el que produciría cualquier retorcijón después de comer tamales afuera del mercado central, y al ver la expresión iracunda de aquel dios de la jungla, cayó de rodillas y le dijo:
-          Dígame patrón que desea, soy su esclavo más fiel”.
Aquel ahora lo miro con desprecio y dijo:
-          “¿Qué clase de contrataciones estás haciendo?, ¿qué es esto de que tengo que esperar como todos los cliente? ¿desde cuándo los clientes en mi empresa tienen que esperar a que esta fodonga termine de almorzar?
Ahora, lanzando una mirada inquisitiva hacia aquella que era causa de su iracunda justicia en acción, dijo:
-          ¡Tú!, muéstrame donde está el rotulo de cerrado al mediodía, ¡muéstramelo ahora mismo!
Aquella, con los ojos casi llorosos, más por el ataque a su orgullo que por otra cosa, respondió en tono suave y atemorizado:
-          “No hay rotulo, no cerramos al mediodía”
-          “Bien, no cerramos al mediodía excelente, pues la próxima vez que me entere que los clientes “deben esperar” a que la princesa termine de almorzar, me las vere contigo –mientras volteaba a ver al Jefus Maleducatensis- y que son estos papeles aquí con fecha de hace dos días, ¿por qué no están archivados?, ¿pasas pintándote las uñas aquí o qué? -volviéndose al Jefus nuevamente-  ¡Tu! ¿Qué clase de incompetentes estas poniendo a trabajar en mi compañía?, ¿Qué habría pasado si no vengo, seguiríamos ahuyentando a los clientes con esta persona al frente de la operación?, ya vamos a discutir personalmente lo que va a ocurrir aquí y las medidas a tomar, ahora ve a comprarme agua, rápido”
Yo observaba todo aquello con gran fascinación, me encantaba lo que estaba ocurriendo, y no dejaba pasar detalle sin apuntar en mi bitácora y sin filmar con mi equipo, luego de analizar lo visto anteriormente, me di cuenta que aquel ser era el legendario “Pendantosaurus Empresarialis Furicundus”, algunos consideraban a esta criatura extinta, sin embargo al ver el enrojecimiento de sus orejas al tratar con la “Chambrosis Bovinus Babosilentus”, y ver como desataba su ira sin medir consecuencias, y como al vociferar llenaba de saliva a su interlocutor, supe sin dudarlo, que se trataba de este ser de la era jurásica.
Lástima que el seso hueco de Morrotostado, se haya perdido toda la acción, da igual, solo espero que algún día, muy lejano tendrá que ser, cuando al fin su cerebro se haya dado cuenta que pertenece a un humano y haya decidido salir de su letargo para ponerse a pensar, corra con la suerte de tener al alcance todo este caudal de información que hoy por hoy, pongo por escrito en mis estudios, con el fin de que futuros biólogos se formen en esta ciencia, más asombrosa que Carl Sagan y todos sus estudios del universo, estos son los conocimientos que únicamente se habrán de adquirir en la jungla oficinistica, al estudiar la increíble fauna autóctona.