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jueves, 3 de abril de 2014

El credo del ermitaño II La autoridad



Que dura es la vida del ermitaño,me doy cuenta de ello al mismo tiempo que caigo a razon de que el detrimento de la sociedad se debe a una sencilla razon.
Es un hecho ya reconocido científicamente, que conforme pasan los años, la humanidad, toda la sociedad en conjunto va perdiendo la inteligencia, se entorpece, y constantemente vemos en los comportamientos humanos, cómo la estupidez generalizada se acentúa, en algunos más que en otros.
Voy tranquilamente en mi vehículo, despreciando con la mirada a las personas que ingenuamente se atraviesan en el camino, algunos ríen al ver cómo han burlado la muerte, otros me hacen señales con la mano irguiendo su dedo en forma amenazante, o que se yo tal vez sea un saludo, algunos otros sonríen como si lo que acaban de hacer fuese algo gracioso, en fin ahí voy yo, insultando con el pensamiento a todo aquel que es lo suficientemente bestia como para atravesarse  en la carretera, cuando de pronto unos objetos brillantes de color verde fluorescente desvían mi atención del camino, un lazo de los que se utilizan para amarrar barcos,  colocado con el objetivo de destrozar mi sistema de dirección hace que el vehículo en el que me conduzco retiemble, y veo aquellos sujetos de pie a la orilla del camino haciéndome señales para que me detenga, al observarlos detenidamente me doy cuenta que en algún tiempo debieron tener color humano en su piel, mas ahora pareciera que la constante exposición a la luz solar les ha dado un tono carbonizado, como si hubieran sido untados con betún para calzado.
Detengo la marcha del vehículo,  bajo la ventanilla del auto, y uno de estos sujetos, se posa sobre ella, con los brazos encima del auto, recostándose sobre mi diciendo: - “Buenas tardes caballero, hágame favor de darme sus documentos y bajar del vehículo”
Suspiro y de mala gana saco mi billetera, busco mis documentos, se los entrego, y él me queda viendo un momento y me dice: -“Verdad que vos andas tomado, bajáte rápido”.
En ese instante, sentí una embriaguez producto de una ira interna casi incontrolable que se apoderaba de mi cuerpo, y luego de un esfuerzo excepcional por controlar mi furia, procedí a responderle: -“Mire hermano, ni sé que sabor tiene el guaro, y mucho menos entiendo porque piensa usted que yo estoy borracho” -, esto mientras bajaba del vehículo y me paraba junto a él.
-“No, es que vos olés a cigarro, vos has estado bebiendo, si se te mira en la cara”.
El temblor que se apodero de mi cuerpo producto de la rabia que sentí en el instante en que dijo aquello trataba de controlarme, pero permanecí allí inmóvil, inmutable, pues sé muy bien que todo lo que pueda decir a un tipo como este, sin duda será usado en mi contra, percibo que lo que este sujeto busca es que yo satisfaga su hambre de perro, quiere morderme, sin embargo, yo lo dejo, que fantasee con doblegarme, ahora, está en la parte posterior del vehículo, revisando que la placa concuerde con el documento que le he presentado, la toca, quita el exceso de polvo sobre ella como esperando que con eso cambien los números y así tener algo contra mí, pasan unas jovencitas del colegio, no tienen más de dieciséis, se voltea a verlas y hace sonidos extraños, casi animales, siseos que sonaban como a “shh shh shh”, además de otras expresiones ilógicas como: -“Si quiere le llevo esa mochila mami, solo me deja su número de cel”-.
Me arrimo al vehículo descansando la parte posterior de mi cuerpo, con los brazos cruzados mientras veía con sumo desprecio y desaprobación el comportamiento de aquel infeliz pedófilo, se acercó a otras jovencitas que estaban en las cercanías, las abrazaba, ellas lo veían, algunas indignadas otras aprovechaban a sacarle algunos billetes de la bolsa mientras estaba distraído, yo empecé a observar mi reloj frenéticamente, mientras caminaba de un lado a otro tratando de controlar la bestia que habita en mi interior, me dirigí hacia él, mientras miraba mi reloj nuevamente con la intención de que le se diera cuenta que me estaba retrasando y que me fastidiaba la existencia.
Con eso le hablo a uno de sus compinches, sus ojos reflejaban un odio hacia todo lo que tuviera vida, clavo su mirada en mi con sumo desprecio, poso su brazo alrededor del cuello de su compañero, y tomo mis documentos.
-“¿Cuál es el problema con este tipo?”, - “Yo creo anda borracho, ¿vos como lo miras?”-.
El sujeto me mira de pies a cabeza, mira mis indignados ojos llenos de coraje, -“Vos, abrí el baúl del carro, que te vamos a “chequiar”  todo lo que andas ya vamos a ver andas bolo”, - me dijo.
Así que abro la cajuela del coche, mueven mi llanta de repuesto y las herramientas que llevo guardadas ahí, mientras le digo: -“Disculpe oficial, hemos perdido aquí casi veinte minutos y necesito ir a trabajar, no he bebido, no he estado fumando, no llevo nada ahí, mis papeles están en regla, ¿cuál es el problema, necesito irme de aquí?”.
Así que, el que vino después, invitado por su inútil compañero, se para con una pose prepotente, mostrando todo su engreimiento cual jolote con las plumas extendidas.
-“¿Cómo, vos basura, te estas oponiendo a la autoridad, que te pasa que me hablas así maldito?”
Ya casi descontrolado por la cólera, le respondo: -“Hey cuidado con lo que me dice señor, usted no tiene ninguna autoridad para faltarme el respeto, además esto ya es abuso, no tiene ningún motivo para tenerme retenido aquí”.
Entonces, en ese preciso momento igual que como se suele ver en las películas entran en un juego, en el que uno de ellos se hace pasar por policía bueno y el otro por policía malo, veo que el que me había hablado primero, ahora abraza a su compañero y le dice: -“Calmáte amigo,  no vayas a hacer lo que hiciste la otra vez, yo sé que tenés furia contra los criminales, pero no le hagas nada a este muchacho, déjame hablar con él mejor” -, dice esto mientras me ve con falsos ojos de ternura y compasión.
-“Mira hermanito, vos sabes que eso de manejar tomado es una falta grave a la ley de tránsito, pero la verdad es que nosotros te queremos ayudar, vos ayudános a nosotros también, mirá que la patrulla ya no tiene combustible, pasános algo ahí, para echarle gasolina viejito, y te dejamos ir tranquilo”-
-“Mire señor, ya se lo dije varias veces, no he bebido nada, ni siquiera desayune para poder llegar temprano a mi trabajo, de verdad no tengo tiempo para esto, así que por favor, ya déjeme ir” -
El sujeto escupió hacia el suelo, me miro sumamente indignado, miro a su compañero, aquel le hizo un gesto con la cabeza, entonces el dejando caer mi licencia y mi revisión al suelo, dijo: “Véh disculpá se me cayó”.
Me agache a recogerlos sumamente furioso casi en un estado animal, sin embargo, recordaba a un pobre iluso que vi una vez en la ciudad de San Pedro Sula, seguramente luego de ser acosado durante tanto rato por estos energúmenos, perdió control de sí mismo, yo lo observaba desde un autobús, lanzando un golpe al policía que lo amedrentaba, sin embargo su destino ya estaba predicho, todo era evidente desde el momento en que una patrulla llena de agentes llegaba en el preciso instante en que su puño entraba en contacto con el rostro de aquel uniformado corrupto.
Cada vez que recuerdo el desenlace de aquella historia siento como mis ojos se llenan de lágrimas, no conocía la lastima hasta ese día, el día en que entre siete oficiales, vengaban aquella pescozada, aún recuerdo haberlo visto en el suelo, recibiendo las suelas de aquellos zapatos en el rostro, en el pecho, en el estómago , en la entrepierna,  en mi mente aún resuena la expresión de uno de ellos, -“Al que lo deje caer, que le caigan las avispas” -, y así lo tuvieron cual balón de futbol recibiendo patadas de parte de aquel grupo, por tanto tiempo que los observadores pensaron en llamar a la autoridad para salvar aquel pobre idiota, más cayeron a cuenta que era la autoridad la que estaba haciendo “justicia” sobre el ignorante.
Medite en estos asuntos mientras recogía mis documentos, entre en el vehículo, lo encendí, y entonces uno de ellos añadió: -“Mira cabrón, que no te vaya a encontrar yo haciendo una falta a la ley porque ahí si me voy a desquitar esta”
Arranque mi vehículo y me fui mientras pensaba: “Como rayos esperan que uno conduzca pacíficamente y con pensamientos alegres, si quienes vigilan la carretera son estos animales carentes de inteligencia”.
Ciertamente, es la falta de raciocinio general del ser humano, la que da la autoridad a seres animalescos, y pone bajo su control a los seres racionales, sin embargo ahora solo pensaba en cómo hacer frente a la falta de inteligencia de mi superior en el trabajo, el cual considerará demasiado inverosímil este hecho como para pensar que esto es lo que me ha llevado a estar tarde en el trabajo, en realidad estoy condenado y para siempre a este infierno que llamamos sociedad, el cual diariamente profundiza mas en la ausencia de pensamiento y acrecenta su ignorancia hasta el limite.

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