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martes, 25 de marzo de 2014

Fauna laboral V Especies parasitarias

No cabe duda que uno de los seres que más ha desconcertado a la ciencia, es el hombre, no solo por sus costumbres y comportamientos, sino también por sus facultades, habilidades y capacidades. Hoy quiero centrarme en una de estas capacidades, esta es sin lugar a dudas aquella en la que más se ha especializado el ser humano, ¿A qué nos referimos? Básicamente a la capacidad de caer mal.
Que especialista es la raza humana en este duro arte de ser un fastidio a sus semejantes, esto lo sé pues diariamente estoy rodeado de seres “Cae Mal”, no importa si estoy en la oficina, en el vecindario o a punto de saltar por un precipicio, nunca falta alguien que con su sola presencia arruine la amarga soledad de la que queremos disfrutar.
Ya van dos semanas desde la llegada de Brainless Morrotostado a la selva oficinistica y puedo decir sin dudarlo que este ya tiene una maestría en la difícil tarea de caer mal, sobre todo en las mañanas cuando me dispongo a tomar mis sagrados alimentos y este tipo me queda viendo sin parpadear un segundo, mientras pone su mejor cara del chavo del ocho, deseando una torta de jamón, por lo general nunca me detengo mucho a saborear una comida, es  casi una regla para mí que los alimentos deben ser engullidos usando los bocados más grandes que sea posible tragar, esta es una habilidad que únicamente adquieren aquellos que se han criado con tres o más hermanos, todos varones y todos tragones, los cuales son más parecidos a las hienas, que esperan a que un leopardo inocente cace su antílope para entonces ellas abalanzarse sobre él, y quitarle lo que con tanta garra ha conseguido.
Tomando esto en cuenta y al ver que este ser cual verruga cancerígena empieza a jugar al yoyo con su saliva mientras me ve alimentarme, decido que es momento de hacer a un lado viejas tradiciones y empiezo a comer mi emparedado con tanto disfrute que ni recostado sobre una nube tocando el arpa, vestido con toga blanca y comiendo un racimo de uvas podría causar más envidia, a veces cruzo una mirada con el mientras muerdo lentamente aquella delicia que me he preparado con la intención de consentirme a mí mismo como suelo hacer un día después de recibir el salario de la quincena, veo como sus ojos casi se salen de sus cuencas mientras se dibujan líneas rojas alrededor de sus iris.
Así se mantiene la escena hasta que finalmente acabo mi desayuno, este día debo ir a la tienda de repuestos a traer todos los accesorios necesarios para el vehículo de la empresa, siempre me ha gustado hacer este tipo de viajes solo para poder disfrutar de algo de paz y tranquilidad, sin embargo, dejar a Brainless Morrotostado solo en mi oficina es tan peligroso como dejar a un tacuazín hambriento al cuidado de un gallinero, así que hago un gesto con la cabeza y él se levanta de su piscina personal de saliva, se sacude cual mejor amigo del hombre, y se viene detrás de mí tarareando algo que prefiero no recordar, en este momento pienso que estamos parodiando a Shrek y el joven allí detrás representa el papel del burro, y esto lo logra tanto literal como metafóricamente, de modo que allá vamos, dos amigos en busca de una gran aventura, subimos al vehículo de la empresa, acciono el encendido y empieza a hacer un sonido casi jurásico, al principio es difícil acostumbrarse a un automóvil como este, ya que tiembla más que la tierra durante la separación de pangea, pero luego de un rato nos vamos adaptando a la vibraciones, emprendemos la marcha hacia la tienda de repuestos que es una selva más peligrosa que la del amazonas, con criaturas de inimaginable fealdad y agresividad sin par, eh escuchado que deambular en estas zonas es como cuando Arnold Schwarzenegger se enfrentó al depredador.
Aun así no muestro temor alguno, soy como los hombres del desierto, no hablo mucho para que no se me llene la boca de arena, y sobre todo no siento miedo de nada. Mientras medito en mi gran parecido con alguno de los cuarenta ladrones del cuento de Alí Babá, observo de reojo a mi acompañante, la escena me parece familiar, lleva la cabeza por fuera de la ventana disfrutando del aire, saboreándolo con la lengua. 

Sigo en lo mío, regreso a mi meditación, hasta que finalmente llegamos a aquel lugar de aspecto imponente, como una gran fortaleza, puertas grandes de cristal,por ellas entran y salen toda clase de criaturas desconocidas, la vista es sorprendente, ipso-facto saco mi cámara y empiezo a fotografiar la fauna de aquel lugar, sin embargo no pierdo mi objetivo de vista, vengo a descubrir a la criatura con la que antes me comunique por teléfono, así que me acerco al portal de entrada y como por arte de magia, aquellas se abren sin que ponga yo un dedo encima, una ráfaga de viento frio me envuelve quizás para eliminar los gérmenes que pueda traer adheridos, veo rápidamente a mi acompañante, y me doy cuenta que no era suficiente insecticida en el ambiente, sigue vivo, suspiro y sigo caminando, entonces un ser que me recuerda al Trabajadorus Compulsivus Incansabilis, se acerca a mí para solicitar una razón de mi presencia en su selva, así que paso a presentarme y le indico que pertenezco a la jungla laboral Importaciones y Exportaciones Analfabetas, el busca en lo que parece un artefacto mágico cuadrado muy similar a una computadora, y me dice que pase hasta la ventanilla cero, que ya he hablado con esta dependienta y es con ella con quien debo tratar mis negocios, froto mis manos al ver que todo marcha sobre ruedas y finalmente podré ver aquella criatura en persona.
Dirijo mis pasos en la dirección antes indicada mientras mi mano sujeta con cierta firmeza la oreja de Brainless y doy un tirón seco de ella al ver que juguetea con la humedad que sus fosas nasales producen en los vidrios de unos exhibidores, escucho un quejido muy expresivo del dolor que debe sentir, sin embargo no le doy importancia y continuo avanzando para enfrentarme con aquella extraña y monstruosa criatura, hago contacto visual con ella, y este me resulta más amargo que morder una semilla de limón en la ensalada, sin embargo no soy fácil de intimidar, continuo acercándome esta vez lanzando una mirada desafiante y le digo:

-“Buen día señorita, soy el joven que se comunicó con usted la semana anterior y quería llevar las piezas que había cotizado.”   

-“Bueno pero ya averiguo si los precios no han variado esta semana o si todavía tenemos existencia.”Me siento un poco confundido ante su respuesta pues se supone que como cliente que soy no manejo esa información y ella es quien debería brindarla de la manera más amable posible, mas no pierdo la paciencia y aunque me siento ligeramente molesto le digo:
-“Bueno Señorita pues por eso estoy aquí frente a usted, porque usted es la que sabe estas cosas y me las debe informar”


-“Ah lo que pasa es que usted viene aquí como dando instrucciones y no preguntando, déjeme ver si todavía hay”.

Se levanta de su silla y la veo que camina, o mas bien se arrastra sobre lo que parecen ser tentáculos, se encuentra en el camino con una criatura que pareciera ser una subespecie de Vejestorium Chismorrae, aunque no parece haber evolucionado al nivel de las que habitan en mi jungla, esta es más parecida con una gallina que a duras penas ha sobrevivido al accidente(que es como se conoce a la peste aviar en la región), debe tratarse más bien de Chismorium Llevatraensis, sin embargo todavía no logro deducir a que especie pertenece esta criatura que parece una hembra de Kraken, aquel monstruo mitológico similar a un pulpo gigante que arrastraba los barcos a su perdición.
Mientras observo su comportamiento voy haciendo mis anotaciones sin perder detalle, puedo notar que la atmosfera a su alrededor es muy toxica, con una gran cantidad de gases en suspensión, por  lo que es fácil deducir que pertenece a la familia de los pedantópodos, de hecho en su misma forma de actuar se puede percibir esa peculiaridad,  la veo que sonríe y modela junto con su amiga emplumada, claramente se puede ver que no está ni de lejos atendiendo a mi pedido, así que discretamente y sin ánimos de molestar, empiezo a tamborilear sonoramente con mis dedos sobre el escritorio, veo que atraigo su atención pues ambas me lanzan sus miradas como dagas asesinas, mientras tuercen los labios como si estuvieran sufriendo un derrame, ahora la criatura sigue arrastrándose, se encuentra en el camino con otro ser extraño, este no difiere mucho de un humano pero mi cámara tiene rayos x y me da una vista de la diferencia entre este espécimen y un humano, y es el tamaño de su cerebro, este es del tamaño de un nance chupado, mientras anoto esto en mi bitácora, veo que aquella criatura lo envuelve con sus tentáculos y empieza un toqueteo que me hace tratar de devolver mi preciado desayuno, sin embargo mantengo la compostura y el profesionalismo como biólogo que soy, y puedo presenciar un acontecimiento asombroso, los tentáculos de la criatura hacen una especie de succión sobre el sujeto con lo que el tamaño de su cerebro se va volviendo más reducido, entonces caigo a razón que este pobre idiota, fue en un pasado no muy lejano un humano normal, sin embargo no supo librarse del succionador contacto con este monstruo y ahora ha llegado a estar en una categoría incluso peor que la de Brainless Morrotostado.
Luego de un momento lo suelta y regresa a mí, pareciera que me trata de lanzar una sonrisa coqueta, pero pongo mi mejor cara de “ni en tus sueños, mejor que me rayen la espalda con un cepillo de alambre y me la froten luego con limón”, eso parece disgustarle y me dice:

-“Las cosas las tenemos pero usted tiene que traer la caja para llevarlas”.

-“¡Pero Señorita!, estoy pagando por estas cosas y no son baratas, ustedes deben darnos las cajas para llevarlas”


-“Pues no, no tenemos cajas así que si trae usted su caja, se lo podemos vender si no pues ahí vera usted como las lleva, además tiene que pagar antes de que las mande a sacar de bodega, no se saca nada de bodega mientras no pague”.

-“Mire hacerle el pago a usted, es lo de menos si el dinero le sobra a la empresa, hágame favor de traer mis cosas que me las voy a llevar, las ocupo”.

-“Igual va a tener que esperar que ahorita ya son las once con cuarenta y cinco y es hora de almorzar, si quiere puede esperar o regresar a la una y media”.

-“Mire no tengo tiempo para estar perdiendo, si usted no me puede atender, llame al gerente para que el me despache entonces”.

-“Él no se encuentra si quiere verlo puede volver a laa que el me despache entonces" atender, llame al gerente de aqui r, si quiere puede esperar o r una y media como le dije”.


-“¿Sabe qué?, dejémoslo así mejor, regresare a la una y media, traeré mis cajas, le pagare antes que saque mis cosas de allí y me iré en paz de este sitio”.

Di la vuelta en un giro al estilo de los patinajes sobre hielo, mientras un fuego me consumía internamente y solo deseaba tener la habilidad de exteriorizar ese fuego e incinerar a aquella criatura pestilente y desagradable, procedí a retirarme a paso apresurado con mi mano prensada cual pinza de cangrejo en la oreja de mi acompañante, fue entonces cuando escuche una última frase dirigida hacia mí con tono de desaprobación.


-“Se dice gracias, maleducado pedante, es verdad que a uno le pagan por atender los clientes pero no para que se vengan a desquitar con uno los problemas del hogar”.

La ira que me invadió en aquel momento era tal, que tuve la intención de destruir aquel establecimiento usando como si fuese una espada, el cuerpo de Brainless, pero al final, solamente seguí mi camino como los hombres del desierto cuando deciden perdonar una caravana, una que va llena de pacientes psiquiátricos y fenómenos de circo, además el cuerpo del infeliz no resistiría, mas aquella última expresión de la infame bestia, me permitió descubrir a cabalidad a que especie pertenecía.

Era nada menos que la peligrosísima y parásita “Pedanterea Chinchetorum Amargativa”.
Mientras me retiraba de aquel lugar pensaba en lo difícil que sería para mi poder analizar más a fondo sus quehaceres y como succiona la vida de quienes la rodean, sin embargo por los momentos, me dirijo hacia algún lugar donde vendan algo de comer que por lo menos no me envíe al hospital y pueda acabar con la observación de este día sin tener que tratar con más parásitos que aquellos a quienes ya encare durante mi aberrante mañana, aquellos que se han especializado sin duda hasta un nivel de doctorado en el difícil arte de caer mal.
  

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