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jueves, 13 de marzo de 2014

Fauna laboral I

Muchos estarán de acuerdo que en esta jungla que llamamos lugar de trabajo, encontramos toda clase de seres extraños algunos incluso parecieran ser de una naturaleza casi espiritual, de hecho me atrevería a decir que su misión en la vida es ser como espíritus guardianes de aquella selva en la cual habitan.
Cada día observo los comportamientos instintivos de la fauna autóctona de mi entorno laboral, y me he entregado al estudio de su comportamiento, en especial de una de las especies que bien podría considerarse entre las mas enigmáticas, el Trabajadorus Compulsivus Incansabilis. 
Este es un señor que no existe si no con el propósito de ser rentable a la empresa en la cual es guardián, y con el fin de lograr este objetivo, hará todo lo que sea necesario, inclusive sacrificar a todo aquel que se pose cerca de el. Cabe destacar que este ser es muy territorial y busca siempre dejar constancia de cual es la zona que esta bajo su control, podemos darnos cuenta de ello cuando al llegar a la oficina sentimos la instintiva necesidad de ir por un café a la maquina percoladora, en seguida vemos los rastros de su presencia, machas de café sobre la mesa, azúcar esparcida cerca de la percoladora, y sobre la misma percoladora pequeños rastros de café que nos hacen visualizar en la mente la batalla que tuvo que librar para que el resto de café rebelde pudiera entrar en el recipiente donde posteriormente seria torturado con vapores infernales.
Sin embargo ver estos rastros de su presencia podría ser algo irrelevante para nosotros, sobre todo si nada tenemos que ver con el personal de aseo, mas esa egoísta sensacion de "ah no es problema mio que lo limpie otro" se termina en el momento en que llevamos la taza de café que nos hemos servido a la boca, y damos el primer sorbo de aquel brevaje que mas bien se asemeja a un agua en la que se han reposado los calcetines de todos los guardias de la oficina en un día de verano, como reflejo de nuestro herido sentido del gusto, escupimos inmediatamente aquello sobre el lava trastes y como si tratáramos de resolver tan horrible crimen tomamos la percoladora y la movemos entre nuestras manos sopesando la cantidad de veneno que contiene, entonces caemos a cuenta que hemos sido victimas del "trabajadorus compulsivus incansabilis", este insensible ser, en un vano afán por reducir los costos operacionales de la empresa ha decidido que en su territorio, el cual el gobierna como si de un mononoke se tratara(si no sabes lo que significa esta palabra favor buscar la definición en google), el café debe hacerse según la siguiente formula:  C=2L*1/2BL, en español esto seria: café es igual a dos litros de agua por media bolsita de café.
La verdad es que coexistir con semejante criatura es una dura tarea y el hacerlo diariamente desgasta el espíritu de cualquier ser viviente en que se pueda decir que hay conciencia propia.
Otro de los aspectos de su territorialidad la descubrimos justo después de comer dos cucharadas rebosadas de azúcar para quitarnos el sabor de aquel brevaje envenenado en el que cualquier bruja podría hechar una manzana y luego utilizarla para hacer algún mal a alguna jovencita de tez blanca como la nieve, y es que decidimos que antes de ponernos en acción en nuestras labores diarias haremos una pequeña visita al inodoro para sacar el mal que hay en nosotros y empezar el día con una paz y pureza interior, así que allá vamos, confiados, con una sonrisa a lo Forest Gump en la cara, abrimos la puerta y una corriente de aire que pareciera provenir del interior de un volcán hiere nuestro sentido del olfato, la única ventaja posible en esta situación es que si habíamos olvidado quitarnos los vellos de la nariz, este aire toxico se encarga de eliminarlos por nosotros y no necesitaremos recortarlos en los próximo seis meses, esta corriente de aire es tan fuerte que hasta activa nuestras membranas de planeación las cuales están ubicadas justo debajo de las orejas, donde finalizan las mejillas, echamos un vistazo al interior de aquel cuarto que parece sacado de una película de terror, allí esta el horrible rastro del trabajadorus compulsivus, vestigios de su presencia temprana en aquel lugar que nos llevan a recrear la escena de aquella atrocidad, seguramente el sujeto en cuestión considero mas que necesario estar al menos una hora antes de lo normal, fue agitadamente hacia el área de comedor, hizo toda clase de destrozos con la percoladora del café, sin embargo su ira vengadora aun no se apaciguaba fue al inodoro, tenia prisa por que debía enviar emails a sus superiores, faltaban apenas unas dos horas para que ellos llegaran, ya que ellos siempre llegan tarde, realmente la situación era apremiante, no había tiempo para levantar la tapa, así que simplemente derramo toda su impureza sobre el pobre e indefenso inodoro dejando aquel lugar quemado con esos terribles vapores, la parte humana que aun quedaba dentro de el tuvo como reflejo el querer limpiar la zona del desastre, como evidencian los dedos marcados en el papel higiénico con la humedad, pero no era posible, no había tiempo que perder, las horas se irían antes de lo pensado y el debía enviar con suficiente tiempo de antelación los correos a sus superiores, correos en los cuales yo también estuve copiado.

<i>"Buen día señores solamente notificando a ustedes que recibí las instrucciones que me giraron en el correo anterior, sin otro particular Saludos, </i>
<i>Atte.</i>
<i>Trabajadorus C. Incansabilis.</i>
La vida es cruel con aquellos que, cuales naufragos, se ven obligados a coexistir en estos ecosistemas llenos de criaturas hostiles e incomprendidas y que por mas que deseen no encuentran salida en esta jungla laboral, y que podemos decir del trabajadorus no hay duda que este es uno de los seres mas lastimeros en este bosque de impresoras cubículos y plantas de interior, de hecho se escuchan rumores de que se le ha visto merodear en las noches de luna llena, y en los días feriados, caminando en completa soledad emitiendo un sonido de lamento, esta es al parecer su fase noctambula, cuando ha perdido ya la conciencia de si mismo, ya no es humano es un ser etéreo que solamente puede ser visto por aquellos de corazón puro.
Esta tarde me he pasado por una calle que no conocía en la ciudad y  he visto a un pequeño niño, su rostro que se asomaba por la ventana era casi idéntico al rostro de aquel ser extraño que habita en la oficina, entonces comprendí que este niño no era otro sino el hijo del trabajadorus que aun no perdía la esperanza de que su padre recobrara su humanidad y volviera a casa, su mirada al estilo de mi pobre angelito realmente me parte el alma y me hace desear con fuerza el día en que el trabajadorus compulsivus incansabilis vuelva a ser un humano nuevamente.

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