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jueves, 13 de marzo de 2014

Fauna laboral II

La mañana era fría y nubarrosa en la selva oficinistica, a lo lejos veía al “Trabajadorus Compulsivus Incansabilis” merodeando entre las impresoras, como vigilando que ningún ser viviente en aquel lugar, estuviera haciendo un uso impropio del equipo en cuestión, yo estaba agazapado entre las sillas de espera, con mi equipo de filmación observando los movimientos de las criaturas que habitaban en aquel lugar, de pronto el gélido viento del aire acondicionado puesto a 18°C, empezó a herir mis sentidos, sin embargo las bajas temperaturas, el tener que madrugar y todos los otros aspectos incómodos de mi labor, no impiden que quede fascinado ante la variedad de criaturas asombrosas que se observan día a día en la jungla laboral, veo algunas criaturas que se mantienen en manadas, otros que deambulan solitarios como buscando encontrar un propósito para su existencia, otros más como los “Vejestorium Chismorrae” se mantienen agrupadas observando a su alrededor y al ver algo que llama su atención empiezan a lanzarse entre sí sonidos semejantes a alaridos, verlas así me hace pensar en las parvadas de aves del genero Psittacidae, que habitan en zonas tropicales, se alimentan de frutos, viven en grandes grupos, son tremendamente bulliciosas y en ciertas circunstancias son capaces de imitar inclusive la voz humana.
Debo aclarar que el hecho de que me hagan pensar en estas aves llamadas comúnmente, cotorras o pericos, no es indicativo de que las Vejestorium Chismorrae, sean parecidas ni si quiera un poco, con estos pajarillos tremendamente atractivos y agradables a la vista, ¡No! Vejestorium Chismorrae es completamente opuesto en su apariencia, en cuanto a su género femenino bien podríamos decir que su apariencia es más bien parecida a los avestruces que llevan ya varias décadas prisioneras en el mismo circo, sus ojos saltones, tez demacrada, cuerpos irregularmente formados, mirada maniáticamente ausente, hace pensar que lo mejor sería no molestarlas ya que seguramente han de ser criaturas hostiles.
Algo que cabe destacar y llama profundamente mi atención es la enorme diferencia física con los machos de su especie, esos son más bien similares a simios gordos pulguientos y desordenados, que se pasan el día midiendo fuerzas con sus congéneres, extrayendo la mucosidad de sus fosas nasales y observando a cualquier otra hembra sin importar su especie que pase cerca de ellos, con esa mirada lasciva, y lanzando gritos y chillidos en inclusive en algunos casos bolas hechas de papel, en un vano intento por llamar la atención de ellas.
Observo atentamente estos comportamientos, hago mis anotaciones y continuo absorto en la observación dedicada de estas especies de hábitos tan fascinantes, trato de moverme lo más imperceptiblemente posible, habia olvidado que Vejestorium Chismorrae tiene un oído sumamente sensible, y debido a su naturaleza pasa cada día muy al pendiente de escuchar lo que ocurre a su alrededor, de hecho sus hábitos alimenticios incluyen cualquier noticia, suceso, rumor, chisme o cualquier otra cosa de interés que suceda en las cercanías de su territorio, así que doy un paso en falso y puedo ver todos esos ojos negros y vacíos clavados sobre mi como las flechas que mataron a Jet Li en la película “Héroe”, así que permanezco inmóvil, esperando que no sean capaces de ver seres mientras estos no muevan ni un músculo, ¡que torpe intento! de inmediato empiezan a chachalaquear, mientras escarban en el suelo los machos agitan las ramas de los archivos, cuando de pronto se escucha un sonido lejano similar a un rugido o más bien una especie de bufido, y veo como todas las criaturas salen disparadas como cuando el león ruge en la sabana.
Observé momentáneamente mi reloj, hace una hora que las actividades habían iniciado en la jungla, entonces deduje quién era el responsable de tan aterrador sonido, dirigí mi vista hacia la puerta principal y vi cómo se acercaba con un porte de grandeza, observando por sobre el hombro a toda otra criatura, pasa casi sobre mi sin respingar palabra alguna, de hecho si no salto a los matorrales de las revistas viejas sobre la mesa me habría embestido, allí estaba, resoplando y bufando como toro sevillano, cualquiera podría haberse imaginado que aquel ser tendría una apariencia imponente, que solamente al verlo le entraría a uno un pavor tal como si encararas al propio godzilla, mas al verlo de cerca logras percatarte que toda aquella euforia a su alrededor, todo aquel temor que las criaturas de la jungla sienten por él, no está ni de lejos relacionado con su aspecto, más bien radica en el hecho de que este ser se ha erigido más que como rey, como el dios de aquella jungla, no cabe duda yo estaba en presencia de un espécimen único de “Jefus Maleducatensis Bocherus”.
Esta criatura de naturaleza divina que tiene la apariencia de un mandril, al llegar a la jungla se sube a su respectivo árbol, el más grande y bonito de la selva, y una vez allí sentado no vuelve a levantarse ni para ir al baño, de hecho podría pensar que allí radica la razón por la cual los mandriles siempre tiene las nalgas rojas y brillantes como brasas, y es que al pasar tantas horas sentado sobre ellas sin hacer el mas mínimo movimiento, debe causar en sus pobres posaderas un efecto de cocción continua, pero la ventaja con esto es que al haber un apagón por el motivo que sea, pudiendo ser este un eclipse sobre la selva o varias facturas de la ENEE sin pagar, en este momento de oscuridad profunda y tenebrosa, el Jefus Maleducatensis Bocherus viene a ser una fuente de luz radiante, sin lugar a dudas este es un ser divino de la jungla.
Y allí esta este poderoso ser bufando y resoplando ordenes durante todo el día sin conocer términos pusilánimes y mediocres como por favor y gracias, sin encontrarse nunca en este lugar con alguien digno de recibir un buenos días, allí esta rodeado siempre de las Vejestorium Chismorrae sirviéndole cual si fueran una clase sacerdotal, alimentando su ego y sus oídos de todo aquello que ha sucedido en la jungla mientras el reposaba tranquilo en el cosmos infinito de su casa.
Ciertamente, ni trabajando en National Geografic, ni viajando con Ash Ketchum en sus aventuras por las islas Joto podría ver yo seres tan intrigantes, tan majestuosamente extraños, algunos aberrantes y deformes y algunos otros más feos todavía, de hecho ni siquiera acompañando al Señor Frodo hasta las tierras de Mordor para destruir aquel embrujado anillo vería seres que fueran ni la mitad de asombrosos como aquellos que habitan en la jungla en la que el destino me ha hecho vivir mis horas de lucidez.
Mi cámara empieza a marcar la alarma de que pronto su batería expirara, sin tan solo pudiera yo recibir las bondades del Jefus Maleducatensis Bocherus, y aquellas luces rojas que brillan detrás de su paso pudieran transmitir algo de la energía que irradian a mi cámara, sin embargo para ellos no soy mas que un intruso, uno que debe ser erradicado de aquel lugar, eso es lo que leo en los negros y vacíos ojos de cientos de Vejestorium Chismorrae que clavan en mi sus miradas mientras el sol se oculta y con eso me retiro prudentemente, hasta otro día de observación en mi querida jungla sobrenatural.

3 comentarios:

  1. Jajaja.... Muy entretenida creativa visión figurada.. Me gusto más.

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  2. Recomendación, no uses tanto el recurso "sin embargo", y es incorrecto decir, "mas sin embargo", son redundantes....

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