Hay preguntas en este mundo que son tan antiguas, como la
vida misma, algunas son preguntas espirituales, otras son filosóficas, otras
son simplemente tan misteriosas, que en todos los milenios de la existencia del
hombre, aun nos las seguimos haciendo, y por más que nos esforcemos, no
encontramos una respuesta satisfactoria, hay una pregunta que ha surcado cada
mente masculina en este mundo incomprensible, “¿Y ahora porque estará enojada
esta mujer?”, las circunstancias en que se ha formulado esta pregunta, son tan
variables, que hay infinitas posibilidades de que esto ocurra.
Tomemos el ejemplo de aquel idilio famoso entre Cleopatra y
Marco Antonio, ya imagino yo a este hombre, llegando de la guerra, cansado del
combate, con heridas en el cuerpo, y está la reina de Egipto, esperándole con
cara seria y haciéndose la indiferente al dolor del pobre conquistador.
“Amor mío. Cleopatra,
musa divina, encarnación de afrodita, hoy vengo ante vos, para informaros, que
he conquistado tres reinos más, Chipre, Fenicia y Creta, y los tres os los
ofrezco como regalo por tu belleza, amada mía”.
“Y creéis vos que con
esos puebluchos pobres y llenos de mendigos, vais a venir a mí y a ponerlos por
excusa para venir media hora más tarde de lo que debiereis”.
Con eso se gira, con la nariz en alto y los ojos viendo por
sobre el hombro
“¡Oh! Regia consorte mía,
reina de las regiones más bellas de mí querida Grecia, si me he tardado, ha
sido culpa del caballo, que no se ha sujetado bien las herraduras, y ha venido despacio
todo el camino, pero mirad, traigo para vos oro, y gemas preciosas que he
arrebatado de los cuellos de indefensas mujeres en las ciudades que hemos
barrido, todo esto para complaceros mi señora”.
“No me vengáis con
baratijas, ni cuentos de la recién descubierta china”
Yo solo puedo imaginar como el interior del
pobre Marco Antonio, se agita, se revuelve como cuándo los jugos gástricos irritan
la ulcera estomacal, en su pecho seguramente se encontrara atrapada aquella
pregunta que desde tiempos inmemoriales a afligido el hígado de cada hombre “¿Y
aquí que pasó, porque estará enojada?”.
El anterior es ciertamente un tema puesto sobre arenas
movedizas en el que cualquiera que osara a profundizar mucho quedara hasta el
cuello más pronto de lo que cree, bajo la mirada acusadora y más aguda que la
espada del augurio de su descontenta pareja, y en este momento vendrá a su mente
otra pregunta carente de respuesta, “¿Y yo que hice?
Este es solo un ejemplo de las grandes cuestiones de la vida
que para el hombre son tan desconocidas como el universo mismo, sin embargo,
hay también obras de la creación que son igualmente incomprensibles para el
hombre, refiriéndonos específicamente al sexo masculino, estamos hablando de la
ropa de mujer.
Muy común es que el hombre al ir a la tienda acompañando a
su esposa o novia, o simplemente acompañando a una amiga con la sana intención de
verla probándose la ropa con la excusa de que le quiere dar una opinión seria
sobre cómo le queda lo que se está probando, se quede perplejo y más aturdido
que un jugador de baseball luego de que le hayan dado con la pelota en la
cabeza, ella le ha pedido que le busque una falda, así que el empieza a ver
entre todos aquellos extraños trozos de tela y se siente como un niño que
apenas ha aprendido a leer y decide estudiar los dos tomos originales del “Quijote
de la Mancha”, escrito en un castellano antiguo, con términos caídos en desuso,
y aquel pequeño termina hablando francés cuando acaba de leer aquello, al final
no ha entendido ni jota, igual queda aquel buscando la falda y extrañamente
encuentra una que le gusta en la sección de blusas, “será algún error de las
dependientas” piensa.
Se acerca a su acompañante, se la muestra, y ella con una sonrisa
burlona le dice: “Ay que bruto eres, esto
es una blusa tubo”, ¿Qué rayos es una blusa tubo?, así que agacha la
cabeza, cual perro regañado por su ama, con la cola entre las patas y
retrocede lentamente, entonces la escuchamos gritar de emoción cuando dice: “Ay que bella esa blusa, pero estas han de
ser caras”, y la ve sujetando un pedazo de tela con un extraño parecido
a una camiseta vieja, con el cuello tan ancho que bien se podría poner a un
elefante a saltar por él, como si fuera un tigre saltando por el aro de fuego,
sin embargo, dar esta opinión podría resultar en muerte, por lo que
solo dice “Oh de veras se ha de ver
linda ya puesta, bueno porque a ti todo se te ve lindo”, ella se le queda viendo ahora con una mirada
interrogativa y dice: “Me parece que no
te gusta, me queda fea ¿verdad”, ahora haciendo un gesto como si todo está
bien él dice: ”No no, te debe quedar bien
pero si quieres estar segura será mejor que te la pruebes”.
Y esa historia se repite durante las siguientes tres horas,
de hecho, me atrevería a decir que se ha probado la mitad de la tienda, se ha
enamorado tantas veces que empezamos a sentirnos traicionados, al verla
fundirse en abrazos con tantas prendas de vestir y llamarle con expresiones
cariñosas que nunca las hemos escuchado para referirse a nosotros, cuando ya el
cansancio, la alergia y la comezón en los ojos están por acabar con nosotros por
tanto tamo respirado, ella dice: “Vámonos
mejor, tal vez en la otra tienda haya algo más bonito”, eso hiere un poco
nuestra sensibilidad, pues tanto tiempo valioso utilizado en probarse ropa que
no pensabas comprar no es nada practico, en fin no decimos nada para no ser
golpeados con los brazos de un maniquí cercano.
Sin embargo una vez que hemos salido, decidimos que es buena
hora para que nuestros pulmones logren expulsar algo del tamo ingerido, y
tratando de tomar su mano románticamente, le decimos: “Venga, le invito a un café granita”, ella hace un movimiento
brusco para que no le toquemos ni el más mínimo vello de su piel, y es entonces
cuando nos volvemos cual gurú oriental, buscadores de conocimiento prohibido.
-“¿Que pasa linda?,
¿estas enojada?”-
Ella nos responde con un silencio y un gesto de “a mí no me
hables”, es entonces cuando junto con un suspiro profundo y una sensación dolorosa
en el interior del pecho, viene a nuestra mente aquella pregunta que desde
tiempos inmemoriales nos ha aquejado como seres pensantes, aquella pregunta que
dentro de los próximos milenios, seguirá siendo un misterio.
-“¿Pero porque estara
enojada ahora?.
A poco nunca saben porque uno se molesta =D JEJEJE ;) le aconsejo tener que ser un poco mas observador en cosas de mujeres cuñado JAJAJA alli sabra la respuesta a ¿ Porqué esta molesta ?
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