Que dura es la vida del ermitaño,me doy cuenta de ello al mismo tiempo que caigo a razon de que el detrimento de la sociedad se debe a una sencilla razon.
Es un hecho ya reconocido
científicamente, que conforme pasan los años, la humanidad, toda la sociedad en
conjunto va perdiendo la inteligencia, se entorpece, y constantemente vemos en
los comportamientos humanos, cómo la estupidez generalizada se acentúa, en
algunos más que en otros.
Voy tranquilamente en mi
vehículo, despreciando con la mirada a las personas que ingenuamente se
atraviesan en el camino, algunos ríen al ver cómo han burlado la muerte, otros
me hacen señales con la mano irguiendo su dedo en forma amenazante, o que se yo
tal vez sea un saludo, algunos otros sonríen como si lo que acaban de hacer
fuese algo gracioso, en fin ahí voy yo, insultando con el pensamiento a todo aquel
que es lo suficientemente bestia como para atravesarse en la carretera, cuando de pronto unos objetos
brillantes de color verde fluorescente desvían mi atención del camino, un lazo
de los que se utilizan para amarrar barcos,
colocado con el objetivo de destrozar mi sistema de dirección hace que
el vehículo en el que me conduzco retiemble, y veo aquellos sujetos de pie a la
orilla del camino haciéndome señales para que me detenga, al observarlos
detenidamente me doy cuenta que en algún tiempo debieron tener color humano en
su piel, mas ahora pareciera que la constante exposición a la luz solar les ha
dado un tono carbonizado, como si hubieran sido untados con betún para calzado.
Detengo la marcha del
vehículo, bajo la ventanilla del auto, y
uno de estos sujetos, se posa sobre ella, con los brazos encima del auto,
recostándose sobre mi diciendo: - “Buenas tardes caballero, hágame favor de
darme sus documentos y bajar del vehículo”
Suspiro y de mala gana saco mi
billetera, busco mis documentos, se los entrego, y él me queda viendo un
momento y me dice: -“Verdad que vos andas tomado, bajáte rápido”.
En ese instante, sentí una
embriaguez producto de una ira interna casi incontrolable que se apoderaba de mi
cuerpo, y luego de un esfuerzo excepcional por controlar mi furia, procedí a
responderle: -“Mire hermano, ni sé que sabor tiene el guaro, y mucho menos
entiendo porque piensa usted que yo estoy borracho” -, esto mientras bajaba del
vehículo y me paraba junto a él.
-“No, es que vos olés a cigarro,
vos has estado bebiendo, si se te mira en la cara”.
El temblor que se apodero de mi
cuerpo producto de la rabia que sentí en el instante en que dijo aquello
trataba de controlarme, pero permanecí allí inmóvil, inmutable, pues sé muy
bien que todo lo que pueda decir a un tipo como este, sin duda será usado en mi
contra, percibo que lo que este sujeto busca es que yo satisfaga su hambre de
perro, quiere morderme, sin embargo, yo lo dejo, que fantasee con doblegarme,
ahora, está en la parte posterior del vehículo, revisando que la placa
concuerde con el documento que le he presentado, la toca, quita el exceso de
polvo sobre ella como esperando que con eso cambien los números y así tener
algo contra mí, pasan unas jovencitas del colegio, no tienen más de dieciséis,
se voltea a verlas y hace sonidos extraños, casi animales, siseos que sonaban
como a “shh shh shh”, además de otras expresiones ilógicas como: -“Si quiere le
llevo esa mochila mami, solo me deja su número de cel”-.
Me arrimo al vehículo descansando
la parte posterior de mi cuerpo, con los brazos cruzados mientras veía con sumo
desprecio y desaprobación el comportamiento de aquel infeliz pedófilo, se
acercó a otras jovencitas que estaban en las cercanías, las abrazaba, ellas lo
veían, algunas indignadas otras aprovechaban a sacarle algunos billetes de la
bolsa mientras estaba distraído, yo empecé a observar mi reloj frenéticamente,
mientras caminaba de un lado a otro tratando de controlar la bestia que habita en
mi interior, me dirigí hacia él, mientras miraba mi reloj nuevamente con la
intención de que le se diera cuenta que me estaba retrasando y que me
fastidiaba la existencia.
Con eso le hablo a uno de sus
compinches, sus ojos reflejaban un odio hacia todo lo que tuviera vida, clavo
su mirada en mi con sumo desprecio, poso su brazo alrededor del cuello de su
compañero, y tomo mis documentos.
-“¿Cuál es el problema con este
tipo?”, - “Yo creo anda borracho, ¿vos como lo miras?”-.
El sujeto me mira de pies a
cabeza, mira mis indignados ojos llenos de coraje, -“Vos, abrí el baúl del
carro, que te vamos a “chequiar” todo lo que andas ya vamos a ver andas bolo”, - me dijo.
Así que abro la cajuela del
coche, mueven mi llanta de repuesto y las herramientas que llevo guardadas ahí,
mientras le digo: -“Disculpe oficial, hemos perdido aquí casi veinte minutos y
necesito ir a trabajar, no he bebido, no he estado fumando, no llevo nada ahí,
mis papeles están en regla, ¿cuál es el problema, necesito irme de aquí?”.
Así que, el que vino después,
invitado por su inútil compañero, se para con una pose prepotente, mostrando
todo su engreimiento cual jolote con las plumas extendidas.
-“¿Cómo, vos basura, te estas
oponiendo a la autoridad, que te pasa que me hablas así maldito?”
Ya casi descontrolado por la cólera,
le respondo: -“Hey cuidado con lo que me dice señor, usted no tiene ninguna
autoridad para faltarme el respeto, además esto ya es abuso, no tiene ningún motivo
para tenerme retenido aquí”.
Entonces, en ese preciso momento
igual que como se suele ver en las películas entran en un juego, en el que uno
de ellos se hace pasar por policía bueno y el otro por policía malo, veo que el
que me había hablado primero, ahora abraza a su compañero y le dice: -“Calmáte
amigo, no vayas a hacer lo que hiciste
la otra vez, yo sé que tenés furia contra los criminales, pero no le hagas nada
a este muchacho, déjame hablar con él mejor” -, dice esto mientras me ve con
falsos ojos de ternura y compasión.
-“Mira hermanito, vos sabes que
eso de manejar tomado es una falta grave a la ley de tránsito, pero la verdad
es que nosotros te queremos ayudar, vos ayudános a nosotros también, mirá que
la patrulla ya no tiene combustible, pasános algo ahí, para echarle gasolina
viejito, y te dejamos ir tranquilo”-
-“Mire señor, ya se lo dije
varias veces, no he bebido nada, ni siquiera desayune para poder llegar
temprano a mi trabajo, de verdad no tengo tiempo para esto, así que por favor,
ya déjeme ir” -
El sujeto escupió hacia el suelo,
me miro sumamente indignado, miro a su compañero, aquel le hizo un gesto con la
cabeza, entonces el dejando caer mi licencia y mi revisión al suelo, dijo: “Véh
disculpá se me cayó”.
Me agache a recogerlos sumamente
furioso casi en un estado animal, sin embargo, recordaba a un pobre iluso que
vi una vez en la ciudad de San Pedro Sula, seguramente luego de ser acosado
durante tanto rato por estos energúmenos, perdió control de sí mismo, yo lo
observaba desde un autobús, lanzando un golpe al policía que lo amedrentaba,
sin embargo su destino ya estaba predicho, todo era evidente desde el momento
en que una patrulla llena de agentes llegaba en el preciso instante en que su
puño entraba en contacto con el rostro de aquel uniformado corrupto.
Cada vez que recuerdo el
desenlace de aquella historia siento como mis ojos se llenan de lágrimas, no conocía
la lastima hasta ese día, el día en que entre siete oficiales, vengaban aquella pescozada,
aún recuerdo haberlo visto en el suelo, recibiendo las suelas de aquellos
zapatos en el rostro, en el pecho, en el estómago , en la entrepierna, en mi mente aún resuena la expresión de uno de
ellos, -“Al que lo deje caer, que le caigan las avispas” -, y así lo tuvieron
cual balón de futbol recibiendo patadas de parte de aquel grupo, por tanto tiempo
que los observadores pensaron en llamar a la autoridad para salvar aquel pobre
idiota, más cayeron a cuenta que era la autoridad la que estaba haciendo “justicia”
sobre el ignorante.
Medite en estos asuntos mientras recogía
mis documentos, entre en el vehículo, lo encendí, y entonces uno de ellos añadió:
-“Mira cabrón, que no te vaya a encontrar yo haciendo una falta a la ley porque
ahí si me voy a desquitar esta”
Arranque mi vehículo y me fui
mientras pensaba: “Como rayos esperan que uno conduzca pacíficamente y con
pensamientos alegres, si quienes vigilan la carretera son estos animales
carentes de inteligencia”.
Ciertamente, es la falta de raciocinio general del ser humano, la que da la autoridad a seres
animalescos, y pone bajo su control a los seres racionales, sin embargo ahora
solo pensaba en cómo hacer frente a la falta de inteligencia de mi superior en
el trabajo, el cual considerará demasiado inverosímil este hecho como para
pensar que esto es lo que me ha llevado a estar tarde en el trabajo, en realidad
estoy condenado y para siempre a este infierno que llamamos sociedad, el cual diariamente profundiza mas en la ausencia de pensamiento y acrecenta su ignorancia hasta el limite.
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