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martes, 27 de mayo de 2014

Seres dañinos



Desde el principio de la historia de la tierra, esta, se ha visto habitada por diferentes especies de criaturas, las cuales en muchos casos, viven en delicados ecosistemas de cooperación, ayuda mutua y pacífica convivencia, sin embargo, también con el paso del tiempo y conforme las criaturas se van adaptando y desadaptando a su medio ambiente, lo que algunos han llamado evolucionar, surgen lo que conocemos como especies parasitas, depredadores infames y microorganismos patógenos.
Yo, que me he entregado al estudio concienzudo y detallado de los comportamientos de los diferentes tipos de seres que habitan nuestro mundo, he descubierto que hay al menos tres criaturas, que son exclusivamente  dañinas para aquellos que coexistan con ellas y estas tres que de ninguna manera contribuyen al bienestar de sus vecinos, son el fruto de una sociedad corrupta que no para de arrojar basura de todo tipo al ecosistema, estas tres criaturas, son, por su nombre común, los alacranes, los políticos, y los mecánicos automotrices.
No obstante, alguien podría sentirse ofendido por esta situación y decir: “Oye, ¿Por qué incluyes a los alacranes en esta lista, son animales de la naturaleza, que actúan en la inocencia de su instinto?
Bueno comprendo el punto de vista de este individuo y lo respeto, pero también puedo estar seguro que él aún no sabe lo que se siente cuando uno de estos bichos desgraciados, haya casi premeditado el meterse dentro de la funda de tu almohada, y esperar hasta la noche para que cuando más cansado vas, luego de un día fatigoso de trato con la fauna laboral, te acuestes en tu cama, alinees perfectamente tus pantuflas de conejo en el cuadro de cerámica del cuarto, te pones tu ridículo gorrito con una bola de felpa en la punta, y te acuestas plácidamente sobre la almohada, solo para sentir aquel dolor intenso, como si te hubiesen inyectado acido bajo la piel de la cara –que de hecho eso fue lo que ocurrió–, y entonces te preguntas, ¿Cuál por todos los avernos es la bendita función de este animal infeliz?, porque como no sea una estratagema de la naturaleza, para enseñarnos a no ser confiados ni en nuestra cama, no sé qué podrá ser.

Sin embargo, aunque la picadura del escorpión es de las cosas más dolorosas sobre la tierra, no se compara con el doloroso 15% de impuesto sobre venta que tenemos que pagar ahora en este país, pero para esto no nos queda más remedio que agradecer a nuestros amigos panzones de saco y corbata que siguen asaltándonos a control remoto, desde sus despachos y secretarías, de hecho me doy cuenta que el parasito más peligroso de todos es aquel que anida en tu cerebro ya de por si malnutrido y te invita cada cuatro años a que pongas una equis bajo su nombre, lo cual es curioso, porque yo recuerdo cuando estaba en la escuela y el profesor nos dejaba tareas, si estas estaban mal hechas o estaban a medias, o incluso si se podría considerar que lo que había escrito era una sarta de sandeces, el profesor colocaba una equis para indicar que aquello no servía para nada, interesante resulta el que ahora, en la papeleta electoral, se indique que lo que hay que colocar, es una equis bajo el nombre de los candidatos.

Pero dejando de lado estas curiosidades tan “curiosas” –valga la redundancia– quisiera hablar de uno de los seres, cuya picadura resulta tan dolorosa, como quemarse la lengua en el escape de la moto, esta es, “la picada letal del mecánico automotriz” esto es tormentoso, de hecho, cuando Dante Alighieri escribió su famosa obra “El infierno”, creo que debió haber colocado un segmento del infierno especial para todos aquellos que se dedican a hacerte creer que reparan tu carro, cuando en realidad, te roban las pocas piezas buenas que te quedaban, pero lo peor no es eso, lo más doloroso de toda esta situación es que llevabas tu carro porque el arranque tardaba para encender y cuando te lo entregan “reparado” resulta que ya no trabaja bien la caja de cambios. Es notorio que algunas personas, especialmente las del grupo de ermitaños por excelencia, odian el tener que estar regresando una y otra vez al mismo taller, el cual ya te cobro lo que ganarías en la mitad del año, por repararte un problema del vehículo, y entregártelo con cinco fallos más, y que aparte de eso, al tercer día de haberlo recibido, resulta que de nuevo está fallando de lo que supuestamente fue reparado.
Creo que esta es una de las mayores causas de mortalidad entre los miembros del grupo económico de reparaciones automovilísticas, sin embargo, últimamente he notado también que la gran mayoría de estos individuos grasientos, no tienen idea de lo que están haciendo, no es primera vez que me toca llevar el carro al taller, y me encuentro con aquel tipo de pantalones rotos, cabello largo despeinado y con pequeños animalitos caminando entre el bosque que nace de su cuero cabelludo, y al encontrarnos sucede lo siguiente:
–Hermanito que se te ofrece–
–Mira que traigo el carro porque le escucho un ruido extraño y cuando va en marcha, tiene una vibración en todo el motor–
Así que ahora con ese porte de experto en motores a gasolina, diésel y fusión en frio, levanta el capó del coche, le coloca la varilla que lo sostiene arriba, y pone sus manos a ambos costados del motor, observando la maquinaria, en ese momento nos sentimos emocionados, cuando vemos a un tipo con ese porte, sabemos que es la postura de alguien que sabe lo que hace, es todo un conocedor, un experto.
–Enciéndalo– dice con voz autoritaria
No cabemos de la emoción, nos sentamos en la cabina, accionamos la llave, y el vehículo empieza a dar sus primeros síntomas de que algo no anda bien, al menos nosotros los incultos  en este tema así lo creemos al ver la masa de humo gris que sale por el escape, y escuchamos aquel ruido que nos hace pensar que lo que estamos conduciendo es un helicóptero de la segunda guerra mundial que tiene años de estarse oxidando en un campo alemán, entonces salimos a ver junto con el mecánico donde se origina el terrible problema, y lo vemos hacer magia, mete su mano allí entre toda esa tubería y cosas extrañas, y el carro empieza  a acelerarse, creo que responde al tacto del maestro.
–Yo lo escucho bien– nos dice
Lo miramos extrañados, en ese momento, a mi particularmente se me cruza por la mente la idea de que hemos venido a un taller de helicópteros y no de carros, solo de esa manera es posible que aquel vehículo maltrecho le suene “bien” a este sujeto. Pero aun no queremos dudar de su capacidad, y entonces le pedimos que nos acompañe a correrlo, para que sienta la vibración cuando va en marcha, así que tras que lo ponemos en primera, el vehículo empieza a temblar y avanzar accidentadamente al más puro estilo del mejor amigo de Rayo McQueen, con gran temor y duda, lo pasamos a segunda, y a tercera, damos la vuelta a la cuadra, seguros de que aquella noche no habrán mosquitos molestando a las personas del barrio luego de aquella fumigación intensa.
Entonces el mecánico, nos ve con esos ojos vacíos e inexpresivos y nos dice:
–Yo lo siento bien, no le veo ningún problema–
Me agarro la cabeza para evitar estrellarla contra el vidrio, y me di cuenta que al final lo que me queda es, tomar el manual de fabricante, buscar en las posibles opciones por las que un vehículo pueda presentar aquellos fallos, y entonces ya con aquel dictamen en mente, llegar donde el mecánico y decirle:
–Amigo, le traigo el vehículo porque necesita que le haga una limpieza en las candelas, también por favor hágale una limpieza a los inyectores, le regula las válvulas, y le cambia los cables conductores de corriente de las candelas por favor–
Entonces lo vemos poner su mano en la frente cual soldado y dice:
–Póngalo ahí, ya se lo vamos a chequear, si tiene algo que hacer vaya dese una vuelta y regresa en la tarde ya se lo vamos a tener listo–
Con cierto recelo lo dejamos y al volver, observamos con extrañeza que le han quitado las llantas, y la batería que ahora tiene parece un par de años más vieja, y aquel tipo se asoma de debajo del carro y nos dice:
–Hermanito, le estamos haciendo un chequeo a las llantas que parece que ya están algo gastadas, pero no se preocupe que yo le voy a poner estas que están mejores–
Es en ese momento en que agradecemos pero al mismo tiempo lamentamos el no traer un arma y decimos:
– ¡Que!, pero si las llantas se las cambié la semana pasada.

2 comentarios:

  1. Me ha encantado, pues me ha resultafo muy reflexivo. Muchísimas gracias por tu arte. :)

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