Pensar en el
ser humano como un ente inteligente y racional podría estar sobrevalorado, si
señores, la irracionalidad por no decir estupidez humana ha tenido un repunte
de dimensiones siniestras con el adentrarse al siglo XXI, pensaba en ello justo
al momento de escribir el título de este monologo pues la primera idea que se
me vino a la mente fue “El hombre como animal irracional”, pero justo en ese
momento pensé en todas esas mujeres que en mi opinión han desequilibrado su
punto de vista con respecto a la lucha por la igualdad de género y que dirían que
se les está excluyendo por usar el término hombre.
Me atrevo a
pensar que en este preciso instante mientras algunas de ellas leen estas líneas,
estarán deseando antorcha en mano encontrarme y encenderme en la hoguera, sin
embargo, considero necesario exponer algunos aspectos de lo ilógico del actuar
de ciertas personas, sobre todo antes de que se me empiece a considerar un machista
y misógino. Sin duda es abrumador el hecho de que diariamente sigan ocurriendo
en nuestro país asesinatos contra mujeres, actos violentos que por poco no
acaban en muerte en los cuales las mujeres resultan ser víctimas, pero lo peor
de todo esto es que en lugar de atacar el verdadero problema, el cual en mi opinión
es un problema de educación moral, los movimientos feministas y las
autoridades, se interesan más en acuñar términos legales nuevos y estar
escribiendo leyes que al final no se cumplen, de modo que ahora es más importante asegurarse que si una mujer
es asesinada, el periodista que presenta la nota no se atreva a decir
homicidio, el termino a usar es femicidio, aun cuando tal palabra no existe en
el castellano, y creemos que estamos logrando gran cosa contra la violencia de
genero al usar términos técnicos y aumentar penas por “hacer diferencia” entre
un crimen contra una mujer o contra un hombre cuando la lucha de las mujeres
siempre ha sido la igualdad.
La única forma
de lograr que la sociedad se libere de esta estupidez histórica, es educando,
castigar es importante, pero más que todo educar, comprender una gran realidad
que pocos han llegado a entender. “Las mujeres no son iguales que los hombres”,
con esto no quiero decir que sean ni inferiores ni superiores, simplemente son
diferentes, si los hombres y las mujeres fueran una igualdad total pues cuando
saliera con algún buen amigo, debería abrirle la puerta de carro, dejarle pasar primero, hasta podría casarme
con él pues somos equivalentes, ya no sería cuestión de ser gay ni nada de eso
porque no habría diferencia, sería una equivalencia total. Pero el caso es que
los hombres y las mujeres no son iguales, son diferentes, y con esto aplico
algo que dijo cierto pensador ecuatoguineano “Valer lo mismo no es lo mismo que ser lo mismo” los hombres y las
mujeres sí valen lo mismo, con sus diferencias, sus fortalezas y debilidades
por parte de cada género, pero mientras no aceptemos esta realidad, siempre
seguiremos en esta guerra, los hombres imponiéndose con el machismo y las
mujeres luchando bajo la bandera del feminismo, y en mi opinión, ambos extremos
son reprochables, tanto el hombre que mira a la mujer como un objeto de uso,
como la mujer que te dice “cerdo machista” cuando se le acaban los argumentos
para convencerte de hacer algo con lo que no estás de acuerdo, o simplemente
porque en vez de buscar esa igualdad de oportunidades por la que lucha,
quisiera pasar a tomar el papel del opresor someter a los hombres como
venganza.
Amigos míos,
vivimos en un mundo irracional, un mundo donde el hombre quisiera que la mujer
estuviera allí para complacer sus antojos más perversos y donde las mujeres critican
a las mujeres que eligen quedarse en casa a cuidar de sus hijos y su hogar en
vez de salir a trabajar y ser “independientes”. ¿Y por qué? Si una mujer define
racionalmente y con autonomía que sus prioridades son sus hijos y su familia, y
cuenta con un esposo que se compromete a suplir lo que económicamente haga
falta sin que ella salga a trabajar, si ella considera que eso es su
realización personal, ¿por qué las mujeres que tengan otras prioridades en la
vida no se ocupan de sus propias vidas en lugar de creer que deben ejercer de
militantes de un movimiento extremista y arremeter contra toda la que no se una
a la “lucha”? O por otro lado si un hombre decide que debe llenar de atenciones
a su esposa, cocinar y asear la casa, lavar la ropa, cuidar de los niños
mientras su esposa sale de paseo con sus amigas o se dedica a lo que sea que
quiera y que la haga sentir bien, ¿Por qué debe venir un ignorante a querer
señalarlo como menos hombre, haciendo así ostentación de su profunda estupidez?
Cuando era más
joven solía bromear con algunas personas con la expresión “a este lo manda su mujer” al final me di cuenta que aunque sea una
simple broma suele tener connotaciones negativas, pues interiorizamos la idea
de que cualquier cosa que hagamos que se parezca a obedecer a nuestra esposa es
dejarnos mandar, y caemos en una situación en la que no queremos recibir
sugerencias ni nada parecido lo cual crea conflictos y al final nos sume más en
el lodo hediondo del machismo, así que luego de analizar esta situación he
llegado a una conclusión mucho más razonable, de modo que si alguien me dice: “Te manda tu mujer”—yo contesto—“Ni me manda ella ni yo la mando, vivimos de
común acuerdo tomando en consideración nuestras opiniones y respetando nuestros
espacios” y resulta que al interiorizar esta idea y convertirla en
paradigma se suele vivir más tranquilo.
Así que
señores, hoy quiero invitarlos a reflexionar y a pensar, a dejar la irracionalidad
que genera violencia y conflictos, pensar en una guerra de los sexos es parte
de la estupidez histórica del ser humano, y en la medida que aceptemos esto
habremos dado un paso más en el camino hacia la razón.
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