Al pensar en cómo iniciaría esta
entrada, me di cuenta que si hay algo que me llena en este preciso momento, es
rabia, si señores, rabia, de hecho me sale espuma de la boca y pienso
agresivamente, mi estado mental es como dijo un artista español, “tranquilamente
nervioso”, y ¿qué me tiene en este estado? La injusticia.
Conversando con alguien muy
allegado, tocamos el tema de que implica para mí, el término “ermitaño” y las
razones por las cuales me autodenomino de esta forma, al principio pensé en
responder que era esa ideología misantrópica y absurdista de la que tanto he
aprendido en los últimos años y con qué me siento tan identificado, la cual
predica que ante todo, la sociedad en conjunto como masa humana carecerá de
inteligencia mientras tenga algo que la entretenga, y por regla general, esta
fuente de entretenimiento deberá carecer de todos aquellos factores que motiven
al ser humano al inconformismo y al análisis social.
Hoy leí en uno de los periódicos de
mayor circulación a nivel nacional sobre el caso de Kevin Solórzano, el joven
universitario que está preso sin haber sido enjuiciado, con un aluvión de
pruebas que lo señalan como inocente o que al menos brindarían una base para
salir bajo fianza, pero que por razones poco claras y que en mi opinión resultan
hasta ofensivas dadas por un juez, deberá estar encerrado al menos año y medio más
para iniciar juicio oral y público.
Este es un caso que en mi opinión
debería tener mayor participación social, movimientos de gente que haga sentir
la indignación por la forma como se están manejando estos casos, hoy es Kevin
quien está encarcelado porque se parece con un dibujo mal hecho de un asesino,
mañana podrá ser alguno de nosotros, y rueguen que no vaya a estar aprobada
para ese tiempo la pena de muerte, porque eso será la mejor forma del gobierno
de deshacerse de aquellos ciudadanos que no sean de su jodido agrado.
Navegar en las redes sociales es
algo que realmente nos deja un mal sabor en la boca, nos encontramos con casos
como este, mientras la gente comparte videos de un grupo de adolescentes chinas
que no saben bailar o notas sobre como descubrir si tu amiga es envidiosa, o
como vestirse para esa cita tan especial.
Entro a los centros de noticias
internacionales y la mayor parte de la pantalla de inicio está lleno de encabezados
como “Descubre que hicieron los famosos esta semana” o “Diez consejos para
robar las miradas por la calle” o peor aún “Descubre los secretos más íntimos de
Kim Kardashian”
Así que ¿quieres saber que
significa ser ermitaño? Significa darte cuenta de que todo esto es jodidamente estúpido,
que está ideado con el único y perverso fin de que la gente siga siendo estúpida
y que mientras bajo nuestros pies se mueven grandes problemas sociales de los
que no será tan fácil sobreponerse y nosotros seguimos pensando en si Cristiano
Ronaldo será gay por salir en un Yate con un grupo individuos a los que nadie
conoce.
Ser ermitaño es sentir en carne
viva el dolor de la gente que sufre en cada pútrido rincón de este planeta
cabrón y morir del asco de ver que en lugar de ayudar de alguna manera,
preferimos gastarnos el dinero en loterías, apoyando partidos políticos o
mandando mensajitos a los canales de televisión para salvar a no sé quién de
que pueda seguir participando en un estúpido concurso.
Ser ermitaño es sentir vergüenza de
los que se pelean por un partido de futbol de alguna liga europea y más aun de
aquellos a los que les resulta inconcebible que hayan personas que prefieran
hacer algo más interesante que perder dos horas de vida viendo un juego donde
22 personas ganan tanto dinero como para sacar de la miseria a toda África
junta.
Ser ermitaño es esa sensación que
se asemeja a la irritación de la ulcera gástrica cuando alguien habla con
profunda admiración sobre cierto famoso tiene una fundación de apoyo a los
niños de la calle de cierto lugar y que presenta en anuncios de televisión las
formas en como tú puedes dar de tu dinero para apoyar esa causa, con un carajo,
si el fulano es rico y quiere presentar su cara de apoyo y ayuda a los más
necesitados que lo haga con su dinero pero prefiere usar el dinero de sus fans
y ganarse el crédito por ello, es como cuando cierto jugador de alto prestigio
decidió vender una de sus camisas usadas en una subasta millonaria y destinar
el dinero a ayudas humanitarias, allí solo hay dos opciones, o nos toma por estúpidos
o somos estúpidos y nos dejamos tomar porque en los lugares donde se publicitó
esto no faltaron los comentarios de tipo “Gran
gesto, se ve que eres humilde” “Verdaderamente te interesan los niños con cáncer”,
aquello más que subasta parecía convención de imbéciles como una especie de
nueva religión donde el primer mandamiento será “no pensarás racionalmente”.
En resumen, y contrario a lo que
se pueda pensar, un ermitaño no es aquel que odia a su semejante, no es aquel
que no se interesa por las demás personas, ese en realidad es él carismático y
el político, un ermitaño al contrario, es aquel que al ver a una sociedad
sumida hasta el cuello en un pozo de porquería, ignorancia y estupidez,
prefiere apartarse sin dejar de mirar con cuidado a aquellos que quieren salir
de tal pozo y extender su mano desinteresada y su sincera amistad.